Fragmentos II

Entonces se cargaba de argumentos, de razones, se armaba por dentro, se decidía, decidía que esa vez sería distinta y pasaba lo mismo de siempre. Paco Molinero le gustaba mucho vestido. Paco Molinero le gustaba mucho desnudo. Y hasta ahí. Sólo hasta ahí, porque cuando él la tocaba, Raquel sentía algo mucho peor que nada. Sentía que él estaba tocando a otra, que no era ella la mujer que le besaba, que le abrazaba, que se debaja arrastrar hasta la cama, tan lejos se encontraba de su propio cuerpo. Y luego era peor. Luego, después de desesperarse por haber sido incapaz de estar concentrada en lo que había hecho, le miraba, y le veía sonreír, y se dejaba besar, abrazar, y comprendía que él no se había dado cuenta de nada, que no se estaba dando cuenta de nada, y cada vez la frustración era mayor, eran mayores la culpa y la tristeza, y por encima de ellas crecía el enigma del sexo imposible, injusto, odioso y absurdo, pero sobre todo imposible.

El corazón helado, Almudena Grandes.

De nuevo, Almudena Grandes. Esta mujer se está convirtiendo casi en una droga y El corazón helado en un libro fetiche, siempre recurrente cuando necesito saber que incluso un personaje de tinta y papel puede sufrir, al igual que yo, al igual que todos. Debería ser una historia de lectura obligada para cualquiera, un imprescindible en vuestras bibliotecas. La forma en que Grandes trata las pasiones humanas es increíble, y te descubres repasando pasajes que se parecen sospechosamente a la situación que ahora mismo estás viviendo. Hay momentos en los que incluso asusta la forma en que es capaz de penetrar en la mente y plasmar sus vicisitudes con tanta fidelidad.

0 comentarios:

Publicar un comentario