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Reflexión rápida

Reflexión muy muy rápida. ¿Por qué siempre que voy a salir de fiesta me pongo a esuchar a Ismael Serrano unos minutos antes? Esto deprime a cualquier, y hace que en lugar de querer beber hasta perder el conocimiento quiera quedarme en la cama, envuelta con mi amor verdadero y eterno en sábanas de seda blanca, fumando un cigarro y contemplando las estrellas por la ventana.

¡Se acabo, Ismael! ¡Hasta aquí llega nuestra fraternal relación! ¡Aléjate de mí cuando sea sábado y esté oscureciendo!
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Uno no sabe lo que tiene...

... hasta que lo pierde. Así es y así será.

¿Y a qué viene esto, pensaréis? ¿Has tenido algún desengaño amoroso, lady Escombros? ¿Has perdido tu monedero? No, no. Aún no. El caso es que el lunes empecé a encontrarme ciertamente "anormal", es decir, mi salud no era lo que solía ser. Me dolía todo, estaba muerta de cansancio. A la mañana siguiente estaba en el médico, con un virus que equivalía a un trancazo de considerables dimensiones. Con la medicación adecuada, enseguida me empecé a encontrar mejor. Pero, mis pequeños saltamontes, como todos vosotros sabéis, los tranzacos generan mocos. Ingentes cantidades de mocos. Y estos mocos míos quisieron abrazar a mi tímpano izquierdo... ¿el resultado? El jueves empecé a no oir nada. ¡No oigo! Nada. Nada de nada. Escucho música y sólo oigo algunos acordes. Veo una peli y los diálogos hacen que me piten los oídos. Los coches no se oyen igual, siquiera. Tengo que decir a la gente que me hable alto. Es frustrante, muy frustrante.

Ahora estoy en el proceso de expulsar a mis cariñosos mocos del oído, pero hasta que quieran irse, estaré con este insufrible pitido -y sordera- y lamentando no estar como antes... sin trancazo, sin mocos y con dos oídos útiles.