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Focas. Focas. Focas.

Cuando veo el telediario, ya no hay muchas cosas que me impacten. Me he acostumbrado a tener que ser testigo visual de ataques suicidas, de palizas, de incendios, de matanzas (con cadáveres en descomposición incluidos), en fin, de todo tipo de bestialidades causadas por la mano humana. El caso es que estas imágenes no suelen causarme gran impacto, aunque, ¡ojo!, la mayoría me afecten muy intensamente.



Pues bien, el otro día a la hora de la comida llegó esa pequeña reseña informativa sobre la caza de focas. Pobres, pobres focas. En pocos segundos y con los ojos humedecidos, apagué la televisión, incapaz de seguir viendo semejante carnicería. Focas muertas. Apaleadas, literalmente. Desangrándose y agonizando frente a la cámara. Algunas trataban de huir, siempre sin éxito. Un par de varazos en la cabeza, cargados de fuerza y de mezquindad, y la foca ya no respira. En su mayoría son crías de foca, como ese peluchín que veis en la foto. Criaturas inocentes, algunas con pocos días de vida. Diréis que soy una hipócrita, una cínica y una insensible por compadecerme de las focas. No lo soy. Estoy más acostumbrada a que nos enseñen cadáveres humanos, y no me altera demasiado verlos, aunque me conmueve, desde luego. Quizá los enormes ojos de estos animales me llegasen más al corazón. El ser humano comete malas acciones siendo consciente de ello. ¿Qué mal puede hacer una foca? ¿Quién puede ser tan horriblemente cruel como para poder dedicarse a destrozar las cabezas de estos pobres mamíferos?

Hace años, Greenpeace y Seprona me parecían un tanto extremistas por ocuparse tanto de los animales y tan poco de las personas. A día de hoy, me planteo seriamente tomar un papel activo en su labor. No sé si será una buena idea darse cuenta de que los animales, en ocasiones, merecen mucho más cariño que ciertos seres humanos.
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Aficiones y frikeces diversas

Va tocando hacer una entrada acerca de eso que habitualmente denominamos "hobbies" y que, en mi humilde opinión, suenan más interesantes cuando los llamamos "aficiones" a secas. Que para eso podemos hablar castellano.

Pues bien. Aquí cada persona es un mundo, casi un universo. No a todos nos gusta lo mismo, por suerte. A veces tenemos aficiones compartidas, como la informática, la fotografía, la lectura y demás cosas que se atienen a una "norma", a lo habitual, lo más extendido. Otras veces... no. Y esas aficiones "raras" son, desde mi punto de vista, las más interesantes. Mi padre colecciona carretes de pesca. Yo os hablaré de mi afición.

¿Alguien conoce el término BJD? Bueno, pues significa "ball jointed doll", lo que viene siendo muñeca articulada. No penséis mal, pervertidos. Las BJD nacieron en Asia, como muchas otras cosas geniales (el pocky, algunas compañías videojuegueras...), y son muñecas de resina, con articulaciones como las nuestras y asombrosamente antropomorfas. Hay muñecos de los dos sexos y hay customizaciones muñequiles para dar y tomar. Es un amplísimo mundo, y merece la pena explorarlo porque a veces se encuentran maarvillas. Las BJD utilizan ojos (acrílicos, de cristal, de uretano...) y suelen llevar ropa y zapatitos, así como pelucas (hay miles de millones, tenemos dónde elegir). También se pueden maquillar y "blushear". Todo esto parece demasiado bueno para alguien a quien le gusten las muñecas y el coleccionismo, ¿verdad? Quizá el único inconveniente sea el precio. Son caras, no voy a mentir. Pero merecen la pena.

Os voy a presentar a los pequeñas, mis BJD particulares. Esta rubia de ojos tristes que véis a vuestra izquierda es Maia. Suele ser la favorita de la gente, creo que esos ojazos y los morritos llaman bastante la atención. Es de una casa coreana, Luts, y su maquillaje vino así de fábrica (es verdaderamente precioso). Y por otra parte... Esta es Calíope, una preciosidad con rizos rojos y ojos verdes. El maquillaje lo hice yo con acrílicos, pasteles y acuarelables, es el primero que hago y tengo que practicar mucho. Personalmente, y quizá debido a que las dos son mías, no podría elegir. Me gustan por igual, y es un verdadero placer coserles ropa o sacar la cámara para hacerles fotos. Un gustazo. A veces pienso que tengo más facilidad para relacionarme con objetos inanimados que con personas, pero esa es otra historia. Si a alguien le interesa, por cierto, tengo una página web dedicada enteramente a estas dos preciosidades de resina, Mango Milkshake, donde podréis ver galerías de fotos y sus perfiles (por supuesto, tienen una personalidad... ¡no es casualidad que sus nombres tengan relación con la mitología grecolatina!)

En fin, espero que os haya gustado esta pequeña presentación de un "hobby" como otro cualquier, aunque quizá menos extendido. Me gustaría saber de los vuestros, quizá algún día escriba sobre ellos :)
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Supersticiones, ¿supercherías?

Todo tiene una razón de ser, amigos. Y que yo sea Lady Escombros tan sólo se debe a que este blog nació un viernes 13, estoy segura.

Dejando a un lado las ironías... me parece que el título lo dice todo. Siempre me ha resultado gracioso que la gente cruce de acera al ver una escalera descansando contra una pared o al ver a un gatito negro; por no hablar de llamadas nocturnas en las que alguien te suplica que bajes a tirar un ramo de rosas amarillas porque, desde luego... traen mala suerte.

No he llevado a cabo ningún trabajo de investigación sobre el origen de estas mamonadas (porque no merecen otro nombre), pero sé que debería. No sé cuándo nacen este tipo de absurdas creencias, aunque intuyo que se remontan a bastantes siglos atrás; tampoco sé por qué se han difundido y, especialmente, por qué prevalecen.

Yo soy de las que pasa por debajo de la escalera únicamente por llevar la contraria a las supersticiones... sin embargo, ¿no me convierte esto, de alguna manera, en una febril creyente? Quién sabe... el caso es que mientras sigan naciendo gatos del color del carbón, nos será más fácil reconocer a los crédulos.
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El inicio

Lo he hecho. Lo he hecho otra vez. Un nuevo blog, una nueva vía de escape.

Hay momentos en los que no necesito nada parecido, sin embargo... en estos días el mundo me parece un lugar horripilante, un ente (si acaso puede denominarse así) que agoniza, que dá coletazos, que intenta defenderse... pero no. El mundo ya tiene un destino, y todos los que estamos aquí.

Hoy parece que mi corazón quiere dejar de latir tan fuerte, que nada merece la pena, que cualquier esfuerzo es en vano. Pero siguen muriendo miles de niños cada día, y a nosotros cada vez nos gusta más la ciencia-ficción, aunque sabemos que la realidad es incomparablemente más cruel que cualquier historia de fantasía. El mundo se acaba. Tiene que hacerlo. Tanto dolor no puede ser humano.

No penséis que soy una catastrofista absoluta. Quizá lo soy, pero sólo en ocasiones puntuales. En otros momentos, quizá puedo incluso sentir un atisbo de amor hacia el mundo... aunque sean pocos esos instantes. Bienvenidos a Escombros del siglo XXI. No todo será trágico como este comienzo. Tampoco será brillante, en ningún caso emocionante. Quizá soy una ilusa al pensar que a alguien le interesará leerme pero, por otra parte... ¿por qué no? Me gusta conservar un poco de la esperanza que le falta a la humanidad.