1

This way



Porque es así como quiero quedarme, de esta manera, para siempre. Perdiéndome en tu mirada, sonriendo los dos a la par, riéndonos del mundo, de todo y de nada. Siendo nosotros, ni más ni menos, únicos, tan normales, tan... nosotros, a fin de cuentas.

Y así será siempre, a pesar de todo, de los momentos psico killer a distancia y las estupideces que nos son innatas. Darnos cuenta es una muestra más de esta conexión, del Nexo, de lo grande que es todo.

Tú y yo, rodeados de nosotros.
2

Perdida en Albión

Como bien dijo un día alguien a quien admiro enormemente, estoy "perdida en la pérfida Albión". O, lo que es lo mismo, haciendo el primer cuatrimestre del cuarto curso de filología hispánica en Birmingham, Reino Unido, gracias a una beca Erasmus.

¿Cuáles son mis impresiones hasta el momento? Bien, llevo aquí exactamente cinco días. La gente es extremadamente amable, coopera siempre que es posible y tratan de hacerte sentir como en casa. La comida es... bueno, por mi zona todo lo que encuentro son pequeños tugurios de comida rápida y restaurantes asiáticos de todo tipo, yo cocino mis propios platos -recetas generalmente inventadas o recibidas en el legado del "recetario del pequeño fartón"- en casa. El piso donde estoy está bien, enormérrimo, mis compañeros de piso son, por suerte, encantadores y colaboradores. La parte fiestera es extraña, no me acostumbro a salir pronto y llegar pronto, aunque las fiestas en casas ajenas tienen mucho encanto. La universidad... bueno, digamos que el campus es una grotesca ciudadela plagada de edificios que establecen poca consonancia unos con otros, aunque, de nuevo, la gente es extremadamente amable y las clases muy amenas. El centro de Birmingham es un amasijo de tiendas, olores, putiferios y personas de todos los tamaños, colores y formas. Creo que me gusta. En general, creo que esta ciudad me gusta, y no cabe duda de que la experiencia está resultando muy grata. También he de destacar que el caminar tanto a todos los sitios me está haciendo adelgazar, y que estoy aprendiendo a pasos agigantados a cocinar, limpiar, fregar, hacer coladas, ocuparme de la casa y de mis cosas y, en general, a ser independiente y a aprender gracias al fantástico método de ensayo y error. En eso consiste todo en esta vida, en ensayo y error, especialmente si has de adaptarte en muy poco tiempo a un nuevo país, con sus costumbres, su gente. Y además, sola. Sin nadie que me guíe, me ayude o me indique qué debo hacer. Aquí estoy sola.

Y, sin embargo, toda esa soledad se desvanece cuando entro en esta habitación. Aquí tengo mis cosas. He elegido un edredón en tonos azules -para que me recuerde todo lo que amamos el azul eléctrico-, he cubierto una pared con fotos suyas, nada más despertarme veo su bandera de Pink Floyd, el incienso de cannabis y sea breeze me traen recuerdos de "casa", ¡incluso he comprado un gel de baño de sales marinas para que también eso me acerque a todo lo que he dejado en España! Os preguntaréis por qué entrecomillo la palabra casa. Seguro que todos y cada uno de vosotros tenéis un lugar sólo para vosotros, en el que poder ser vosotros mismos y sentiros cómodos, en calma. En definitiva, vuestro hogar. Supongo que la esencia de ese término cambiará con cada mentalidad, y que hogar es algo aplicable a una casa, un lugar, una habitación, un pequeño espacio, cualquier cosa. Mi casa es una persona, un individual, una mente concreta, un par de ojos oscuros, una sonrisa magnífica. Mi casa no está en Birmingham, tampoco está en el lugar donde habitualmente vivo con mis padres. Mi casa es él. Mi casa lo es todo, mi hogar, mi refugio. Es el sitio donde perderme cuando todo va mal, y también cuando todo va muy bien. Es con quien compartir llantos y sonrisas, con quien hacer locuras, con quien brillar, con quien navegar y remar en contra del viento, en cualquier parte. Mi casa está donde él esté. Yo no tengo más bandera ni más nacionalidad. Quizá debería cambiar mi apartado de correos y hacer que apunte hacia su corazón, donde realmente habito siempre, sin importar donde se encuentre mi cuerpo.

Birmingham tiene muchas cosas buenas, y con toda certeza escribiré mucho más acerca de esta nueva vivencia. Sin embargo, sabed que no estoy lejos: sólo tenéis que buscarle a él. Allí estaré yo, siempre presente, siempre respirando cerca de su oído aunque mi cuerpo se encuentre a miles de kilómetros.
1

Brinda conmigo

Una despedida, desde luego, es algo mucho menos grato que un brindis. Al brindar todos nos deshacemos en sonrisas, en halagos, en palabras hermosas, quizá banales, sí, pero probablemente significativas. Un brindis está lleno de chispa, de burbujas, de glamour, de delicadeza, de genialidad, del roce suave de los vasos, de bocas entreabiertas. No así una despedida. Quizá mi compilación de música agónicamente triste me haya hecho caer en la cuenta de que las despedidas son absolutamente detestables. O quizá lo han logrado las dos despedidas más duras a las que he debido enfrentarme, no sé. Supongo que, a fin de cuentas, es una mezcla de vivencias y demás. La conclusión es que mi vida sería mucho más decente si estas malditas despedidas cargadas de sal se eliminasen por completo, lejos, en humo, para no volver, para no tener que recordarlas.

Por eso he decidido, en este mismo instante, convertir esta despedida en un brindis, cubrirla de pétalos de colores, rociarla con perfume, vestir un traje elegante, sonreír como si nada ocurriera y brindar. Brindar por nuestro locus amoenus, por los poemas, los guiños, las citas, los holocaustos zombies. Brindar por los cómics, las chapas, las botellas de agua, los helados de sabores extraños, la crema catalana, el whisky. Brindar por la fotografía, los post-its, las ATC, los vinilos, las patatas (cocidas o no), el cine. Brindar por los salmos en alemán, las cajas de música, los tulipanes, el mar. Brindar por los puñetazos, los llimiagos, los musicales, los conejos blancos, el azul eléctrico, las catedrales negras. Brindar por las risas, las caricias, los ronquidos, los abrazos, los cabezazos, las papeleras, los diálogos nocturnos, las navajas, los recuerdos.

Brindar por ti, brindar por mí y, sobre todo, brindar por nosotros. Convirtamos esta despedida en algo mucho más alegre y conveniente, prolonguemos este brindis durante tres meses y devolvámonos a la normalidad con un nuevo abrazo. Está todo hecho, sabemos que lo está, y siempre lo ha estado.
1

Para nadie, para alguien


El cálido resplandor de la luna baña tu cuerpo en destellos de plata. Un millar de sensaciones recorren toda mi piel mientras te contemplo, extasiada. Esta noche el cielo brilla sin el titilar azulado de las estrellas...mas, bajo tus níveos párpados, se esconden esos luceros que son mi guía en la lluvia de un atardecer impregnado de hastío, en un amanecer salpicado de esperanza, en un alentador suspiro de inmutable tranquilidad. Bajo tus pestañas de ébano y azabache imagino el candor de tu serena mirada, salpicada de verdes gotas de magia; el exultante reflejo de tu alma pura y sincera.Como el suave aletear de una mariposa, una leve sonrisa se dibuja en tu rostro dormido. La curva de tus labios rescribe la historia...comprendo ahora que necesitaría un millar de vidas para renunciar al dulce roce de tu boca sobre la mía, a la humedad pasional de tus besos, al amor de un susurro impregnado en tu risa...y ni siquiera todo ese tiempo sería suficiente para dejar de imaginarte.

A tu lado, hoy todo es paz.

Es imposible que una noche consuma todos sus minutos sin haber saboreado por un instante la ternura que nace con tus palabras, una caricia, un abrazo de fuerza devastadora. Te necesito, en estos instantes más que nunca. Eres el elemento esencial del que hasta ahora carecía. Eres el ángel de hielo que coordina mis pasos, aquel que me rescata de las redes del error y la equivocación; eres tú quien seca las lágrimas que hielan de desamparo mis mejillas.

Todo eres en mí.

Por miles de motivos quisiera agradecerte esta existencia, dichosa y feliz como jamás habría podido tejer en mis sueños. Sé que aquí estarás, protegiéndome del veneno del rencor y la inseguridad, logrando que cada segundo sea un ardiente destello de ilusión. Ahora eres mi vida. Toda tu esencia invade mi ser, es la sangre reclamada por este corazón que hoy es inmenso...porque tú, con gracia divina, has depositado en mí todo lo que posees. Juntos hemos roto esa barrera. Un alma indivisible, inmaculada, sublime. El alma de un amor delicioso y eterno, de nuestro amor; de nosotros.

Los primeros rayos de sol comienzan a despuntar a lo lejos. En unos instantes me cegará la luz de tus ojos de esmeralda, por ahora cerrados en plácido sueño; y por una vez deseo que sean mis sentimientos bañados en tinta los que de ellos hagan brotar lágrimas perladas de alegría. Alegría y felicidad; plena y absoluta. Gracias por estar a mi lado, gracias por enseñarme el significado de aquella palabra que antaño contemplaba con indiferencia: amor.

Hoy la tinta de mi alma vuela, apresurada, para definirte las más bellas sensaciones que afloran de este corazón enamorado. Pero sé con certeza que una vez que regreses del mundo onírico será a mí a quien veas, y yo seré la afortunada mujer con la que compartas el resto de esta eternidad que nos aguarda con impaciencia. Así pues...escribamos juntos esta historia.

Desde ahora, desde siempre, hasta el fin de los días...

Te amo.

************

Escribí esta carta hace ya algunos años, sin propósito ni esperanza de que algún día el mundo me brindase a un destinatario adecuado. Vacié mis ansias de sentir, tracé palabras que brillaban en honor del amor, a sabiendas de que jamás sería capaz de sentirlo en mi mutilado corazón.

Una vez más, me equivocaba. Y no todo es tan emocional ni tan lógico, la razón ha decidido despeñarse y llevarse de la mano un par de corazones que, en estado de suspensión, laten muy despacio, cobijados en una cueva que hace reverberar su tenue pálpito hasta hacerlo audible en al otra punta del planeta. Al final el destinatario adecuado decició dejarse ver, acariciar, comprender. El corazón mutilado dejó de estarlo. El amor decidió revelarse como aquellas alas que se nos habían denegado.
0

Botella al mar para el Dios de las palabras

A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: «¡Cuidado!»

El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor que tenían un dios especial para las palabras.

Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.

La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de 19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga 54 significados, mientras en la República de Ecuador tienen 105 nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un faro». Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?

Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo venturo como Pedro por su casa. En ese sentido me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?

Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis 12 años.

Gabriel García Márquez

Independientemente de la opinión que, como filóloga, tengo acerca de las ideas que propone Márquez en este pequeño discurso, su prosa me parece sencillamente impecable. Los escritores latinoamericanos están hechos de otra pasta, desde luego. Vodevil, aquí tienes el discurso que te prometí hace días. Cuando desees comenzamos el debate, aunque estarás conmigo en que los juegos sinestésicos de asociaciones de palabras con cosas son deliciosos y, estoy segura, te han llevado un poquito del lado de Márquez. Al menos lo consiguió conmigo, y también por esa mención a Covarrubias, sin importar un ápice mis ideas sobre las letras, la literatura, el lenguaje o la ortografía

Increíble, francamente brillante.
2

Despedidas :)

Tenía esta entrada pendiente desde hace ya unos cuantos días. Os extrañaréis de que haya una carita sonriente al lado del título siendo este "despedidas"... reconozco que, en parte, es raro. Pero es que esta despedida, aparte de no ser definitiva, ha sido genial.

El día 24 de este mes me voy a Birmingham de Erasmus, y el destino de mi amiga Fani es Worms. Estaremos unos cuantos meses lejos de toda la gente a la que queremos y que nos quiere: familia, amigos, parejas. Es un momento un tanto extraño en la vida de un estudiante, o al menos lo está siendo para mí. Las ansias de conocer un nuevo mundo compiten contra las inseguridades y la certeza de que echaremos demasiado de menos ciertas cosas, a ciertas personas.

Y, sin embargo, este maravilloso grupo de amigos que tenemos Fani y yo en común ha decidido no sólo que la perspectiva de irse sea mucho más liviana, sino que, además, hemos de marcharnos con una sonrisa. Y es que, como es habitual en ellos, ¡la han armado! Imaginaos que os citan a una hora en un sitio, sin un propósito concreto. Os vendan los ojos y os suben a un coche. Os llevan a dios sabe dónde y os hacen bajar una calle y varios escalones, aún con los ojos vendados. Y allí te los encuentras a todos -a casi todos, nos faltaba la pareja viajera-, con un enorme cartel de despedida, una mesa llena de cosas ricas, una piñata y un kit de supervivencia. Aunque mejor que imaginarlo es verlo en fotos, desde luego.



La mesa y el cartel, todo debajo de una parra, ¡qué romántico! Incluso se aventuraron a cocinar tartas y preparar una parrillada, eso no tiene precio.



El curioso invento de la piñata.



Abriendo nuestros sets de emergencia con los novios vigilantes detrás. El papel higiénico no tiene precio, tampoco el huevo kinder :)



Fani de rosa, yo de azul. Las viajeras con las camisetas que nos hicieron para la ocasión. La parte de atrás lleva el nombre de todos ellos, las frases de delante son bromas personales.



Un dulce beso de cacahuete de mi amado Vodevil.



¡Las chicas! Si no me equivoco, en este momento actuábamos como las Spice Girls. ¿No es cierto que tengo unas amigas preciosas?



Unos cuantos de nosotros, entre sidra y canciones ridículas.



La camiseta y el kit de emergencia. Contenía chocolate, un huevo kinder, una "peli para llorar" (la mía, como no podía ser de otra forma, ¡era Moulin Rouge!), horquillas para el pelo (todos sabemos la manía que tienen de perderse), kleenex, tiritas, papel higiénico, una lata de atún, la camiseta personalizada y un "vale por un regalo sorpresa".

Después de esto sólo puedo decir que, a partir de este momento, empezarán a gustarme demasiado las sorpresas, aunque en un principio me diesen cierto miedo. También he decidido, como es lógico, que tengo a mi lado al mejor grupo de amigos que pueda imaginar, que no importa qué ocurra, no importa lo lejos que estemos... yo os querré siempre, bajo cualquier circunstancia.

GRACIAS. Gracias de todo corazón. A todos.
1

Secretos

Quizá conozcáis un blog, PostSecret, que se dedica a publicar imágenes y postales con "secretos" que remiten los lectores. Personalmente, cada una de las confesiones me conmueve y pienso que hay que tener cierto valor a la hora de publicar algo semejante el internet, a pesar de ser anónimo. Porque está al alcance de todo el mundo, porque es un miedo personal, por cualquier cosa y por todo. Os recomiendo PostSecret. Siempre tiene algo que merece la pena. Y, en ocasiones, llega la magia y te das cuenta de que el mundo no es tan grande, de que quizá una persona, muy lejos, piensa exactamente lo mismo que tú respecto a un tema determinado. Como me ocurrió con esta imagen, cuyo texto refleja, ni más ni menos, todo lo que pienso y siento en este exacto instante de mi vida:

1

Al borde del escalón


Pero no es un escalón común. No es de los que subes o bajas cada día para acceder a cualquier puerta o cualquier cuarto. Este escalón es más bien una metáfora, y se encuentra a una enorme distancia del siguiente.

Hace algunos meses prometí no volver a tener miedo -algún día os contaré la historia, los motivos, el hilo conductor-. Y lo estoy logrando, sin embargo, el próximo escalón se me antoja decididamente amenazador. Está tan lejos, tan cerca; me espera entre las sombras; ignoro si será un escalón estable o si, por el contrario, me espera un tablón combado que tratará de vulnerar mi seguridad personal. Es lo que ocurre con todos los escalones. No sabes lo que puedes encontrarte hasta que decides pisarlos, con todas las consecuencias posibles.

Ahora me toca avanzar sola. Confío en no dar excesivos pasos de ciego, espero no caerme más de la cuenta y, desde luego, a pesar de no contar con la cercanía de aquellos que me importan, tengo la certeza de que lograré levantarme y seguir. No importan las circunstancias en que me vea envuelta. Aunque el mundo se vuelva negro de repente, lucharé por aferrarme con fuerza a estas escaleras que ahora aún son desconocidas, oscuras.