Fragmentos III

Me pregunto si no estaré loco. Cuando me paseaba antes, a pleno sol, bordeando el río, tuve mis dudas sobre mi razón, no dudas vagas como había tenido hasta entonces, sino dudas precisas, absolutas. He tenido contacto con locos; los he conocido que conservaban la inteligencia, la lucidez, la clarividencia incluso sobre todas las cosas de la vida, menos sobre un punto. Hablaban de todo con claridad, con facilidad, profundamente, y de repente su pensamiento, al chocar con el arrecife de su locura, se desgarraba en trocitos, se desparramaba y se hundía en el océano terrible y furioso, lleno de olas que saltaban, de nieblas, de borrascas, que llamamos "demencia".

El Horla, Guy de Maupassaunt

Estaba con una de mis antologías de relatos de terror cuando me encontré con este fragmento. Tuve que leerlo una y otra vez, hasta casi sabérmelo de memoria. Aún no comprendo bien el por qué, pero estas líneas sobre la locura me han resultado demasiado relevantes con respecto a mis experiencias vitales. ¿Acaso es esto lo que nos ocurre a ti y a mí? ¿Es por esto por lo que la razón y la emoción entran en disputa cada minuto, resultando una de ellas vencedora absoluta, alternando sus victorias según el contexto y la situación? ¿Somos únicamente un par de dementes incapaces de salir de esta locura insana? No lo sé. Y, francamente, de no ser más que un par de locos, doy gracias a aquello que nos haya hecho libres de toda cordura. Sólo así puedo sentir que mi mundo late y tiene colores.

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