Al borde del escalón


Pero no es un escalón común. No es de los que subes o bajas cada día para acceder a cualquier puerta o cualquier cuarto. Este escalón es más bien una metáfora, y se encuentra a una enorme distancia del siguiente.

Hace algunos meses prometí no volver a tener miedo -algún día os contaré la historia, los motivos, el hilo conductor-. Y lo estoy logrando, sin embargo, el próximo escalón se me antoja decididamente amenazador. Está tan lejos, tan cerca; me espera entre las sombras; ignoro si será un escalón estable o si, por el contrario, me espera un tablón combado que tratará de vulnerar mi seguridad personal. Es lo que ocurre con todos los escalones. No sabes lo que puedes encontrarte hasta que decides pisarlos, con todas las consecuencias posibles.

Ahora me toca avanzar sola. Confío en no dar excesivos pasos de ciego, espero no caerme más de la cuenta y, desde luego, a pesar de no contar con la cercanía de aquellos que me importan, tengo la certeza de que lograré levantarme y seguir. No importan las circunstancias en que me vea envuelta. Aunque el mundo se vuelva negro de repente, lucharé por aferrarme con fuerza a estas escaleras que ahora aún son desconocidas, oscuras.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por qué ir a oscuras si a tu lado camina el Lux Fero?

Abre los ojos y aprovecha esa luz, que aunque tenue en la distancia, sigue iluminando y es nuestra luz.

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