Él

A él le gusta el color morado. También le gusta la vainilla y las cosas suaves, blanditas y esponjosas.

Él no es una persona sencilla en absoluto. No es sencilla de ninguna de las formas en que podamos pensarlo. Más bien al contrario: es un verdadero puzzle humano. Tenemos una enorme caja. Vaciémosla. Un montón de diminutas piezas multicolor inunda nuestro cuarto: ni siquiera sabemos por dónde empezar. Ese puzzle es él, con sus complejidades y paradojas, con sus dudas y misterios, con sus cambios y ángulos variables.

Es una visión hermosa, desde luego. Aun desmontado, el puzzle no deja de ser una bellísima estampa. Tenemos una estancia decorada por un hermoso arco iris de caos. Sin embargo... un puzzle descompuesto puede llegar a ser algo confuso, desasosegante. Comenzamos a buscar las piezas planas, a perfilar los bordes, a reunir piezas de una misma gama cromática. Pero, ¡alto!, nada es tan simple. Cuando completamos un borde, nos sobran piezas. Debemos comprobar, de nuevo, que todo encaja de forma correcta.

Y así, poco a poco, despacito, el puzzle va tomando forma. Sin embargo, las piezas son infinitas: el tamaño del puzzle aumenta bajo nuestra atenta mirada. Es lógico, en momentos así, sentir frustración, sentir ganas de dejar de lado el puzzle que tanto tiempo nos ha llevado construir. Sin embargo... mi intención no es ceder ante la adversidad. Son muchos meses los que he invertido en este hermoso puzzle y son muchos más los que me quedan por delante para seguir con ello. No cesaré hasta verlo completado, en toda su magnificencia, aunque para ello tenga que dedicarle cada pequeño instante de mi vida. Quizá en mi último día el puzzle siga sin hacer, con pequeños fragmentos desmontados aquí y allá, pero no importa. Sé que el resto, las partes lisas y brillantes, serán el fruto del esfuerzo de una vida entera. Y, lo que es más importante... sé que habré estado ahí. Sobre el puzzle. Acariciándolo, tocándolo, sintiéndolo; habré estado en su interior. Y ahí, amigos, os puedo asegurar que todo era suave, impregnado en un sutil olor a vainilla.

1 comentarios:

Jose Martin Juarez dijo...

Estás loca, como ya te he dicho antes, pero me gusta tu locura, me gusta como describiste la manera de conocer a otro, de aferrarse a ese sentimiento, de luchar por lo que uno siente, yo mi rompecabezas termino peor de lo que creía, y nunca llegue a lo de las vainillas, aunque seguiré siendo parte de ese puzle el resto de mi vida, me llegaron tus palabras, espero poder seguir leyendo tus locuras. Saludos.

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