The human centipede

No es que quiera transformar este blog en un lugar de reviews de películas y demás. Qué va. Lo bueno del verano es que el tiempo libre da para mucho, y todos los visionados de películas y lecturas de libros proporcionan un maravilloso material sobre el que divagar en el blog.

The human centipede. La vi hace un par de días, pero decidí esperar a que la historia no estuviese tan fresca en mi cabeza para escribir algo acerca de ella. La historia comienza como tantas otras: dos estúpidas turistas americanas en Alemania. Rueda pinchada. Caminan por el medio de un bosque en plena noche: parece ser que estas chicas nunca han visto pelis de terror. Eso siempre termina mal, queridas. Al fin llegan al lugar donde se desarrollará el resto de la trama: la casa del cirujano Heiter, que lo tiene todo preparadísimo en su sótano para iniciar su aberrante experimento con las dos muchachas y un joven japonés al que da caza poco después. La idea del doctor alemán, en principio, parece original e innovadora en el mundo de las pelis de terror: su propósito es unir a sus víctimas en una suerte de ciempiés humano, conectando sus sistemas digestivos a través del ano del primero y la boca del segundo y así sucesivamente. Hubiera sido harto divertido que Heiter conformase su ciempiés con unas cuantas decenas de personas haciendo un trenecito coprófago, ¿verdad? No, no ocurre: es una divagación fruto de mi perversa mente. Esa original idea del doctor se ve eclipsada por todo lo demás: una vez que lleva a cabo la unión de los jóvenes (y esto ocurre en la primera media hora de película), el resto es relleno, aburrido y vacío. El doctor trata de entrenar a su nueva mascota para que coma y le traiga el periódico y realice tareas que, en definitiva, nos parecen degradantes para una persona. Francamente, me esperaba mucha más humillación, violencia, degradación y perversiones: mala suerte, no las hay en esta película. Entiendo que a mucha gente le resulte repulsiva la idea y el resultado del ciempiés, pero... ¡no es para tanto!

Otra de las cosas decepcionantes sobre esta película es ese pequeño subtítulo que vemos en el póster: 100 medically accurate. Es, sin duda, una de las mayores mentiras que nos ha contado el cine. Yo no sé mucho sobre biología y medicina, pero se me plantearon algunos interrogantes mientras sopesaba la eficacia de la idea del doctor Heiter: ¿cómo puede un ser humano sobrevivir a base de las heces de otra persona -y así sucesivamente en la cadena del ciempiés-?, ¿por qué el doctor no conectó sus sistemas circulatorio y urinario, o algo más que el sistema digestivo?, ¿por qué la casualidad quiere que los tejidos de los tres sujetos sean compatibles, algo improbable en la realidad? En fin. Aparte de los errores médicos, también tenemos las típicas incógnitas de peli de terror: ¿por qué los vecinos no oyen nada?, ¿por qué la policía aparece únicamente al final de la película y con unos pretextos penosos?, ¿por qué el cirujano se empeña en hacerlo todo él solito y deja que el ciempiés salga al jardín, a la vista de cualquier posible visitante?

En fin. Dejémonos de incógnitas. En resumen, diré que la premisa de la que parte la película es original y promete, para luego dejarnos con un desarrollo y desenlace aburridos, maniqueos y nada convincentes. Si merece la pena verla es por la actuación de Dieter Laser, el alemán que encarna al cirujano. Su actuación es desasosegante, desagradable: es la actitud de un verdadero lunático trastornado. Sus gestos consiguen transmitir al espectador esa incomodidad que generan las personas que traman algo y que poseen una mente perturbada, y pocos actores lo logran sin sobreactuar o rozar lo ridículo. Los diálogos en alemán que se suceden a lo largo de la historia también le dan un poco de vida a los hechos. Por lo demás... creo que esa hora y media de película podría emplearse en algo más útil.

¿Mi nota? Dejémoslo en un 5 sobre 10. Es considerablemente mala, pero la actuación del degenerado doctor salva las cosas para aquellos que esperábamos más de esta película que tanto prometía.

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