Jineteras

Que en Cuba se le llama jinetera a la mujer (generalmente de edades que oscilan entre los trece y los treinta años) que vende su cuerpo al turista a cambio de algún beneficio. Es una versión tropical, caribeña y cubana de la prostituta de otros países. La palabra proviene de la inventiva natural del cubano y su sentido del humor: durante las guerras de liberación contra el dominio colonial español, los independentistas cubanos (mambises) se lanzaban contra los batallones de soldados españoles en ataques de caballería para ganar la batalla a filo de machete; en la Cuba actual, las mujeres se lanzan contra los turistas (al principio España tuvo un predominio absoluto en el envío de turismo a nuestra isla) para ganarse la vida con sus antiquísimas artes del placer, tan eficaces para la victoria como el filo de cualquier machete mambí.

Amir Valle, Jineteras (2006)


En Inglaterra, dos de las cinco asignaturas que curso se centran en la literatura del Caribe. Estoy aprendiendo mucho, demasiado, sobre todas las circunstancias políticas, sociales y económicas en países como Cuba o Puerto Rico, no sólo literatura. Y digo demasiado porque... cuanto más aprendo, más odio me entra hacia los colonizadores. Y los colonizadores de prácticamente toda latinoamérica, para desgracia de toda la población española, fuimos nosotros. Colonización. Qué horrible palabra, qué grotesco significado. Qué destrucción de culturas, de costumbres, de tradiciones, del arte, de las mentes. Llegamos para eviscerar todo aquello propio de las gentes que quisimos hacer nuestras a la fuerza. Siempre a la fuerza, esa es la clave. No preguntamos ni pedimos permiso. Fuimos con la seguridad de poder aplastarlo todo.

Uno de los resultados de la colonización en el Caribe, como podéis leer arriba, es el nacimiento de este pequeño gran escalón social: las jineteras. He decidido centrarme en el término femenino, aunque también hay jineteros pululando por las calles caribeñas (generalmente se dedican a la venta de comida, tabaco y demás, no a la prostitución). Las jineteras son, hablando en plata, putas. Putas que se pasean buscando turistas, ofreciendo sus cuerpos y, sobre todo, su dignidad. Y todo porque necesitan dinero, se necesita dinero. Muchas jineteras son mantenidas, muchachas que se ofrecen por pagos en metálico o quizá por comida u otros artículos. Un par de detalles curiosos: ¡fijaos en la edad que suelen tener estas muchachas! Trece años algunas, seguramente las haya más jóvenes. Es terrible, francamente terrible. Y, como dice Pedro Juan Gutiérrez en Trilogía Sucia de la Habana, "las muchachitas que están jineteando en La Habana son titis de veinte años, que parecen modelos. Lindísimas". Mujeres preciosas, "que parecen modelos", que quizá podrían serlo si no fuera por las pésimas condiciones de vida, de todo, a las que están sometidas. Las jineteras son mujeres, en mi opinión, con muchísimo valor y aún más estómago. Quizá están acostumbradas a sus tareas cotidianas, aunque creo que uno nunca llega a acostumbrarse a ese tipo de cosas. Quizá tengan un sentido de la supervivencia y de la vida tan agudo que no les importe el medio, sólo el fin: seguir adelante. Quizá tienen familia, hijos, otros a los que aman y han de mantener. Quizá algunas incluso disfrutan siendo objetos de deseo. Y ahí está la clave. En ser objetos. Las jineteras, de algún modo, dejan de ser personas para ser objetos al servicio de ese sucio turismo que sólo busca un buen trasero, experimentar la pasión de las caribeñas, sentir la boca ardiente de una mulata hermosa. Desde mi posición, obviamente privilegiada, pongo a disposición de todas las jineteras del mundo mi comprensión y mi apoyo, aunque no sea gran cosa. Sigue siendo más que nada. Pienso que estas mujeres merecen, ante todo, reconocimiento. Que el mundo sepa de su existencia y de su labor. No sé si consiguen algo para el Caribe o al menos para ellas mismas. Sólo espero que el futuro no traiga una suerte semejante para los posibles descendientes de las jineteras. Todos nos merecemos algo mejor.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Respecto al asco por haber destruido todo, no debemos sentirnos culpables. A día de hoy, al igual que las nuevas generaciones alemanas, no deben sentir vergüenza por el Holocausto, nosotros tampoco aunque sí hemos de ser, con plenitud, conscientes de todo ello.

El producto de las jineteras, es el hombre blanco que con la paradoja de las mujeres ardientes y pecaminosas (representación construida por los colonizadores) van en busca de ellas para catarlas ¿Quién es el pecador, la mujer negra demoníaca o el puro hombre blanco, elegido por Dios?

Te he hablado muchas veces de Ngugi wa Thiong'o. Este hombre ha desafiado al Imperio por completo con su gran frase "[...] decolonising the mind".

Hasta que la mente no esté libre de esas cargas de inferioridad, establecidas porque "nosotros" somos mejores porque ellos adoran a ese/ esos dios/ dioses que no son el/ los nuestro/ s y para colmo viven en chozas y pobrecillos, van desnudos, no se podrán librar del terrible esclavismo, sobretodo, sexual, de incluso pequeños infantes prepuber.

Me consuela, amor, que haya gente como Ngugi, Said, Gidè y miles más que no conozco pero que luchan contra esos devastadores efectos que ha producido el hombre blanco con su verborrea innata y acciones estúpidas.

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