No quiero perderme la realidad, pero quiero dormir. Dormir para ser libre de mis pensamientos al menos unas horas. Libre de toda preocupación y de tener el alma entre alambre de espinos. Y realmente no quiero encadenarme al sueño. Quiero poner las cartas sobre la mesa, enfrentarme al ayer, al ahora y al mañana. Y sé que no servirá de nada. Esperar con paciencia y tesón, ¿a qué? A que el tiempo siga su curso y no deje nada más que podredumbre, miseria y vacío.

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