Letanías de Satán
Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
¡Oh, Príncipe del exilio al cual se ha agraviado,
Y que, vencido, siempre te yergues más fuerte!
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas,
Curandero familiar de las angustias humanas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que, aun a los leprosos, a los parias malditos
Enseñas por el amor el gusto del Paraíso,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
¡Oh, tú, que de la muerte, tu vieja y fuerte amante,
Engendras la Esperanza, —una loca encantadora!
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que infundes al proscripto esa mirada serena y altiva
Que condena todo un pueblo alrededor de un patíbulo,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que sabes en qué rincones de las tierras envidiosas
El Dios celoso oculta las piedras preciosas,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú, cuya clara mirada conoce los profundos arsenales
Donde duerme sepultado el pueblo de los metales,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú, cuya larga mano oculta los precipicios
Al sonámbulo errante en el borde de los edificios,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que, mágicamente, ablandas los viejos huesos
Del borracho retardado hollado por los caballos,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que, para consolar al hombre débil que sufre,
Nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que pones tu impronta, ¡oh!, cómplice sutil,
Sobre la frente del Creso implacable y vil,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Tú que pones en los ojos y el corazón de las rameras
El culto de la llaga y el amor de los andrajos,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Báculo de los exiliados, lámpara de los inventores,
Confesor de los ahorcados y de los conspiradores,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Padre adoptivo de los que en su negra cólera
Del paraíso terrestre arrojó Dios Padre,
¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!
Plegaria
¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturas
Del Cielo, donde tú reinas, y en las profundidades
Del Infierno, donde, vencido, sueñas en silencio!
Haz que mi alma un día, bajo el Árbol de la Ciencia,
Cerca de ti repose, a la hora en que sobre tu frente
Como un Templo nuevo sus ramas se desplieguen!
Dorian Grey
- Cada día. No podría estar feliz si no le viera cada día. Me es absolutamente necesario.
- ¡Qué extraordinario! Pensaba que jamás te importaría nada salvo tu arte.
- Ahora él es para mí todo mi arte- dijo el pintor, con gravedad-.
Al igual que Basil, me encuentro en un mundo en que el arte me parece la sublimación de lo humano, algo por y para lo que vivir. El arte por el arte, el arte sin un propósito claro, el arte para satisfacción del artista y para culminar un propósito vital. Sin embargo, en la apolínea belleza de Dorian ha encontrado Basil un nuevo motivo para proseguir con su ocupación: ha conocido la juventud, la hermosura. Basil ha conocido el amor.
Mi ocupación, desde luego, no es crear arte, sino amarlo y observarlo. Y, de la misma manera que Basil, puedo decir que he encontrado a mi Dorian Grey, a la encarnación de la belleza y las virtudes humanas. Algo que importa tanto como el arte, que es arte a fin de cuentas: el Amor, la perspectiva de lo Eterno, la Belleza infinita. El estaque de las carpas y las pequeñas mariposas enjauladas en seda.
Yo no deseo que mi Dorian deposite su alma en un lienzo. No necesito que su juventud y su belleza se preserven, inmaculadas, por siempre. Quiero que su alma sea Siempre mía, que su juventud siga como el más dulce recuerdo, que su belleza evolucione a la par que lo hagamos Nosotros para ser, cada día con más intensidad, lo que hemos sido Siempre: la encarnación verdadera del Arte.
Sexo
Lament
Sore and crucified
I seek to know you
Aquiring soulful wisdom
You can open walls of mystery
Stripshow
How to aquire death in the morning show
TV death which the child absorbs
Deathwell mystery which makes me write
Slow train, the death of my cock gives life
Forgive the poor old people who gave us entry
Taught us god in the child's praye in the night
Guitar player
Ancient wise satyr
Sing your ode to my cock
Caress it's lament
Stiffen and guide us, we frozen
Lost cells
The knowledge of cancer
To speak to the heart
And give the great gift
Words Power Trance
This stable friend and the beast of his zoo
Wild haired chicks
Women flowering in their summit
Monsters of skin
Each color connects
To create the boat
Which rocks the race
Could any hell be more horrible
Than now
And real?
I pressed her thigh and death smiled
Death, old friend
Death and my cock are the world
I can forgive my injuries in the name of
Wisdom Luxury Romance
Sentence upon sentence
Words are the healing lament
For the death of my cock's spirit
Has no meaning in the soft fire
Words got me the wound and will get me well
I you believe it
All join now and lament the death of my cock
A tounge of knowledge in the feathered night
Boys get crazy in the head and suffer
I sacrifice my cock on the alter of silence
Moral
Cojones
de Almendralejo,
le pesan veinte arrobas
sin el pellejo.
Los cojones del cura
de Tarancón,
que abulta cada uno
como un melón.
Los cojones del cura
de Villalpando,
los llevan cuatro bueyes
y van sudando.
Al cura de Villarejo
de Salvanés,
le llegan los cojones
hasta los pies.
El cura de Morata de Tajuña
se rasca los cojones con la uña,
pero en cambio el de Arganda
se pisa los cojones cuando anda.
¡Rediós, y qué locuras
hacen con los cojones estos curas!
Alma poética
- Mientras dure.
- Sí, hasta que Dios quiera. Después aceptaré mi destino humildemente. Todo en este país va hacia la vulgaridad. Todo el que tenga pensamientos propios será condenado. Tarde o temprano será condenado. Es un caos kafkiano, un laberinto sin salida. El desprecio total.
- No te pongas dramático. Hay que ser más deportivo.
- Yo no me pongo dramático. Es dramático. No digas frasecitas frívolas para restar importancia a lo que te digo. Vivimos en un laberinto kafkiano. Que no se te olvide nunca. Primera vez que hablo esto en voz alta. Lo mascullo siempre, solo, caminando por la playa. Son mis pequeños secretos.
- Al menos sabes dónde estás y qué haces. Eres un hombre privilegiado.
- Quizás dentro de dos o tres años vienes a Varadero, Pedro Juan, y me verás vendiendo frituras asquerosas de harina en una cafetería sucia y llena de moscas en la calle 40. Ya no me dirán el Señor, con ese aire de reverencia. Me dirán "la maricona de la cafetería". "La vieja maricona", jajaja. Y allí estaré yo, sucio, patilludo, y con peste a manteca rancia. Pero riéndome y alegre. Lo haré con dignidad, poeta. Yo también llevo la poesía adentro. Y eso me salva. Lo que me toca en la vida lo recibo siempre con amor y compasión.
El piano...Ven, querida,
ven, llega, corre, vuela,
y mi impaciencia alivia.
¡Oh! ¡Cuánto en la tardanza
padezco! ¡Cuál palpita
mi seno! ¡En qué zozobras
mi espíritu vacila!
En todo, en todo te halla
mi ardor... Tu voz divina
oigo feliz... Mi boca
tu suave aliento aspira;
y el aura que te halaga
con ala fugitiva,
de tus encantos llena,
me abraza y regocija.
Mas... ¿si serán sus pasos...?
Sí, sí; la melodía
ya de su labio oyendo,
todo mi ser se agita.
Sigue en tus cantos, sigue;
vuelve a sonar de Armida
los amenazantes gritos,
las mágicas caricias.
Trine armonioso el piano;
y a mi rogar benigna,
cual ella por su amante,
tú así por mí delira.
Clama, amenaza, gime;
y en quiebros y ansias rica,
haz que ardan nuestros pechos
en sus pasiones mismas,
que tú cual ella anheles
ciega de amor y de ira
y yo rendido y dócil
tu altiva planta siga.
Y tú sosténme, ¡oh Venus!
sosténme, que la vida
entre éxtasis tan gratos
débil sin ti peligra.
Sin título
Encendió con lentitud una pequeña vela y, de repente, el claustro se vio iluminado por un tenue resplandor. Las esquinas parecían más oscuras, las sombras más alargadas: el misterio se instaló, como por arte de magia, en cada rincón de la estancia.
Echó un vistazo al pequeño patio salpicado de flores del color del rubí. Las invisibles estrellas hacían titilar su aura sobre el diminuto rocío que cubría cada pétalo, cada estambre. Todo se movía lentamente, al ritmo acompasado de la llama, como guiado por la mano de un Baco enterrado ya en sus propios vapores etílicos.
Ella lo esperaba en el vértice opuesto. Siempre lo había esperado. La hermosa ménade de rizos de fuego y tormenta se recostaba suavemente contra la gélida piedra, fingiendo no sentir el frío, fingiendo sentir una calma que no existía. Jamás existió, jamás desde que el dios de los cuernos de azabache había puesto su mirada y su piel sobre su ser. Se amaron con la furia de un tornado, con el ansia de la sed más poderosa, con el dolor del metal incandescente. Se amaron con cada minúsculo poro de su cuerpo, con cada cabello, cada gota de sudor. Se amaron con sus lenguas y sus manos.
Ella cultivaba sus inspiraciones en un tenebroso danzar místico. Su cuerpo giraba, se retorcía, formaba extraños ángulos, se contorsionaba creando nuevas curvas y misterios. Después se desplomaba como un ave despojada de vida. Esos movimientos atávicos despertaban la curiosidad del dios, quien la contemplaba en la oscuridad, siempre en la oscuridad. Le atemorizaban e hipnotizaban. Entre repulsa y fascinación, la observaba sin apartar la vista, mas deseando hacerlo a cada instante. Sentía que cada una de las vibraciones de su bello cuerpo los apartaba, los alejaba: su mística locura, aquel furor pasional, acabaría con ella.
Tras aquellos espectáculos de tinieblas, hacían el amor. La estancia se volvía un frenético caos lleno de chispas, de volutas de humo y brillantes colores, de buganvillas podridas que crecían, sin rumbo ni freno, por cada esquina, envolviéndoles los pies. Ella desprendía su suave perfume. Él respiraba, inclinando la cabeza, la esencia que conformaban los dos. Ella acariciaba sus cuernos, se hundía en su cuerpo.
Dio un paso. Se acercó. La contempló detenidamente, estudiando cada detalle: todo parecía ser nuevo, a pesar del tiempo que habían compartido sus vidas. Ahora eran eternos. El dios y la ménade en maravillosa conjunción, el perfecto binomio, el cielo y la tierra trenzados en los cuernos de un carnero.
Se aproximó. Un poco más. Ella entornó la cabeza, acarició la columna con su espalda, se deslizó con suavidad. Más cerca. Para que él la contemplase con claridad. Entonces, con una suave cadencia que hizo brotar música de los astros celestiales, comenzó a bailar.
- ¿Jamás vas a detenerte? – preguntó él, con una mueca de disgusto y placer.
- ¿Lo harías tú?
Patricia Costales, 27/9/10
Tras haber leído La fundación y En la ardiente oscuridad, me declaro devota de Buero Vallejo y su desgarrador teatro. Un teatro que pone de manifiesto la debilidad del ser humano, nuestra capacidad para comprender; un teatro que nos perfila como seres luchadores que, a fin de cuentas, no pueden escapar de ese destino último que todos tenemos en común.
Ambigüedad
Hay varias opciones al respecto. Yo reivindico mi derecho a formar parte de la plaga que somos el ser humano, reivindico mi derecho a seguir adelante y, si la Vida reparte hostias, no quedarme arrodillada llorando, asustada por el dolor: levantarme, gritar, y devolverle a la Vida hostias más fuertes.
Porque a veces hace falta un buen uppercut para darse cuenta de que una sigue teniendo cojones. Y muy grandes.
Need special handling
My God what have we done to you?
We always tried to share
The tenderest of care
Now look what we have put you through
Things get damaged, things get broken
I thought we'd manage, but words left unspoken
Left us so brittle
There was so little left to give
Angels with silver wings
Shouldn't know suffering
I wish I could take the pain for you
If God has a master plan
That only He understands
I hope it's your eyes He's seeing through
Things get damaged, things get broken
I thought we'd manage, but words left unspoken
Left us so brittle
There was so little left to give
I pray you learn to trust
Have faith in both of us
And keep room in your hearts for two
Things get damaged, things get broken
I thought we'd manage, but words left unspoken
Left us so brittle
There was so little left to give
Y se acabó
There was a moment, when I used to blame everything and everyone for all the pain and suffering and vile things that happened to me, that I saw happen to my people. Used to blame everybody. Blamed white people, blamed society, blamed God. I didn't get no answers 'cause I was asking the wrong questions. You have to ask the right questions. (American History X)
Últimamente las cosas no han ido bien en ninguno de los planos relevantes de mi vida. Nada bien. Esto hace que me ponga de mal humor, que reniegue del mundo y, de nuevo, toda esta mala hostia se revierte hasta crear un bucle de decepciones y asco por todo.
Pues ya estoy harta. De alguna forma tienen que cambiar las cosas, y para hacerlo voy a empezar por mí. Se acabó el estar siempre enfadada, se acabó odiar cada vez más al mundo, se acabó la misantropía. Voy a ser buena. Voy a tomármelo con calma. Voy a dejar de odiar al mundo e intentar hablar un poco más con la gente. Cuando quiera insultar, voy a sonreír. Cuando me decepcione, pensaré en algo que me anime. Se acabó.
So I guess this is where I tell you what I learned - my conclusion, right? Well, my conclusion is: hate is baggage. Life's too short to be pissed off all the time. It's just not worth it. (American History X)
Bocas
a.- Comer.
b.- Hablar.
c.- Besar.
Interesante, ¿verdad? Y sencillo, por supuesto. En una de ellas radica la vida en sí misma, en la siguiente tenemos la esencia que diferencia al ser humano de otros animales y la tercera, bueno, es simplemente placentera. Todas ellas son formas de comunicación, y ¿qué mejor forma de llevarlas a cabo que con este pequeño órgano que tenemos tan a la vista?
A algunos les gusta analizar los ojos, las pequeñas chispitas y destellos que emiten señales que la voz oculta; a otros les entretiene lo gestual de las manos, de los brazos, los movimientos del cuerpo. A mí me apasionan las bocas. Me gusta cómo se mueven, con independencia, a veces, del resto de los músculos faciales. Me gusta cómo ríen. Me gusta observarlas, y en ocasiones lo detesto. Soy extremadamente crítica con la distribución de los dientes: las bocas ordenadas me transmiten tranquilidad. Los labios son suaves, se doblan, se comban, se fruncen, se contraen en curiosos gestos que dicen mucho de su dueño.
En definitiva, las bocas son curiosas, inquietantes, divertidas, interesantes. Me gustan las bocas. Y la más hermosa de todas ellas, la que susurra las palabras más hermosas y la que regala besos que te llevan a la luna, la tenéis escondida en una entrada de abril.
Feos con encanto
Privación de funciones básicas
Hoy vuelvo a quejarme de algo semejante, pero en este caso -por suerte- no es el oído la zona afectada. Ayer todo mi cuerpo decidió hacer ¡plop! y empezar a doler, sin mucho sentido. La nuca, la espalda, los brazos, los tobillos, la cabeza, la garganta: síntoma de vejez prematura, quizá. Tras una buena noche de descanso, los dolores de han ido. Sin embargo, y como era de esperar en mi imperfecta constitución, han quedado reminiscencias: mi voz se ha ido apagando hasta no ser más que un ronco susurro con aires de cazalla. En efecto: estoy ronca. Hablo como un camionero. Me salen gallos. No puedo ni gritar. Resumiendo, me veo privada de una de las cosas de más me maravillan de la existencia humana: el habla.
Por hacer un resumen de la moraleja que guardan estos hechos tan cotidianos, os diré que nunca sabemos lo mucho que nos hacen falta nuestras funciones habituales hasta que alguna de ellas decir jodernos un poco y dejar de hacer lo que debe.
Para Reyes pediré que me hagan las mejoras pertinentes para ser un T-800 (sí, sé que hay modelos más chulos e innovadores, pero no tan carismáticos).
Salomé
Lecturas obligatorias
Ya puestos a ello, es mi forma de disfrutar de mi "trabajo".
Petimetre
petimetre, tra.
(Del fr. petit maître, pequeño señor, señorito).
1. m. y f. Persona que se preocupa mucho de su compostura y de seguir las modas.
Petimetre. Una curiosa palabra, ¿verdad? No sé si por su fonética o por su significado, me resulta graciosa. Quizá sea por los contextos en que habitualmente se ubica.
Pensándolo con frialdad, todos somos petimetres en este mundo, y no en el sentido que estos los era en la literatura. Somos petimetres de la vida, de los acontecimientos, de las causas y de los motivos. Somos petimetres que se desplazan a la par, moviéndose hacia unos mismos lugares con aspiraciones sospechosamente parecidas.
¿Cómo romper con esto? ¿Cómo dejar de ser arquetípicos y vulgares? No lo sé. Quizá Oscar Wilde tuviese la respuesta. Quizá podamos hacerlo con una lengua venenosa. Quizá con un nuevo chaleco. No lo sé.
Seguridad
En definitiva: soy lo que quiero, lo que deseo, lo que me gusta, lo que merezco. Y que nadie pueda decirme lo contrario.
De vuelta y con espíritu
La creación es un templo donde vivos pilares
hacen brotar a veces vagas voces oscuras;
por allí pasa el hombre a través de espesuras
de símbolos que observan con ojos familiares.
Como ecos prolongados que a lo lejos se ahogan
en una tenebrosa y profunda unidad,
inmensa cual la noche y cual la claridad,
perfumes y colores y sonidos dialogan.
Laten frescas fragancias como carnes de infantes,
verdes como praderas, dulces como el oboe,
y hay otras corrompidas, gloriosas y triunfantes,
de expansión infinita sus olores henchidos,
como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe,
que los éxtasis cantan del alma y los sentidos.
Dos koi
Tendrán accidentes. En ocasiones, se retrasarán y su camino será un poquito más largo y arduo.
Sin embargo, la colaboración los llevará a lo más alto, y a la hora de cruzar las marmóreas puertas una hermosa valkiria de ojos esmeraldados les escoltará hacia el final, hacia su particular Valhalla, en el que tomarán con suavidad la forma de un terrible dragón, mientras un bellísimo ángel negro los vigila desde las esquinas para que su nueva forma jamás se vea truncada.
Braindead
Este filme fue dirigido a principios de los 90 por Peter Jackson: sí, este individuo gordo y archiconocido por sus adaptaciones de El señor de los anillos, se dedicaba hace un par de décadas a rodar atrocidades de bajo presupuesto con un amplísimo abanico del más grotesco gore, dando lugar a pequeñas joyitas del cine como Bad Taste, del estilo de la que estamos tratando. Así pues, en esta época Nueva Zelanda dio a luz a unas cuantas simpáticas producciones protagonizadas por un pequeño elenco de actores desconocidos. Fabuloso, no hay duda.
Bien. Comencemos con Braindead. El comienzo lo tenemos en una mordedura de una rata de Sumatra: aquí tenemos la clave de una serie de infecciones que derivan en unos muertos vivientes que se alimentan, como no podría ser de otra forma, de carne humana. Esto debemos aliñarlo con una inverosímil historia de amor entre el hijo de la primera infectada, un calzonazos al que compadecemos desde un primer momento, y una muchacha hispana a cargo de una tienda con una abuela un tanto supersticiosa, capaz de predecir la cercanía del mal.
Con esta línea argumental hacen su entrada toda una serie de situaciones con un alto contenido en vísceras desparramadas y demás violencia gratuita, que provocan en el espectador el desternille inmediato: la famosa hilaridad del gore.
A pesar de lo simples que puedan parecer los postulados principales de esta peli, tenemos una serie de escenas que, además de acentuar la carga dramática, proporcionan al mismo tiempo aún más risa: la metáfora de la vuelta al útero materno con la monstruosa transformación final, la escena de la masacre con el cortacésped, las dulces natillas con orejas en lugar de galletas María...
En resumen, una película "para toda la familia" (entended el entrecomillado, el gore no es del gusto de todos ni recomendado para los más pequeños), desternillante, improbable, grotesca y, en definitiva fabulosa. Hasta el momento no había logrado visualizarla entera por determinadas interrupciones, pero ha merecido la pena intentarlo una vez más. Genial, de verdad.
¿Mi nota? Un 9. Qué menos para Braindead.
Él
Él no es una persona sencilla en absoluto. No es sencilla de ninguna de las formas en que podamos pensarlo. Más bien al contrario: es un verdadero puzzle humano. Tenemos una enorme caja. Vaciémosla. Un montón de diminutas piezas multicolor inunda nuestro cuarto: ni siquiera sabemos por dónde empezar. Ese puzzle es él, con sus complejidades y paradojas, con sus dudas y misterios, con sus cambios y ángulos variables.
Es una visión hermosa, desde luego. Aun desmontado, el puzzle no deja de ser una bellísima estampa. Tenemos una estancia decorada por un hermoso arco iris de caos. Sin embargo... un puzzle descompuesto puede llegar a ser algo confuso, desasosegante. Comenzamos a buscar las piezas planas, a perfilar los bordes, a reunir piezas de una misma gama cromática. Pero, ¡alto!, nada es tan simple. Cuando completamos un borde, nos sobran piezas. Debemos comprobar, de nuevo, que todo encaja de forma correcta.
Y así, poco a poco, despacito, el puzzle va tomando forma. Sin embargo, las piezas son infinitas: el tamaño del puzzle aumenta bajo nuestra atenta mirada. Es lógico, en momentos así, sentir frustración, sentir ganas de dejar de lado el puzzle que tanto tiempo nos ha llevado construir. Sin embargo... mi intención no es ceder ante la adversidad. Son muchos meses los que he invertido en este hermoso puzzle y son muchos más los que me quedan por delante para seguir con ello. No cesaré hasta verlo completado, en toda su magnificencia, aunque para ello tenga que dedicarle cada pequeño instante de mi vida. Quizá en mi último día el puzzle siga sin hacer, con pequeños fragmentos desmontados aquí y allá, pero no importa. Sé que el resto, las partes lisas y brillantes, serán el fruto del esfuerzo de una vida entera. Y, lo que es más importante... sé que habré estado ahí. Sobre el puzzle. Acariciándolo, tocándolo, sintiéndolo; habré estado en su interior. Y ahí, amigos, os puedo asegurar que todo era suave, impregnado en un sutil olor a vainilla.
Germinal
Sin embargo, dos sucesos prácticamente aparejados han permitido que llegase Germinal a mi vida: las vacaciones de verano y el consiguiente exceso de tiempo libre y la apertura -¡al fin, tras un año!- de la biblioteca de mi ciudad. Aunque mi ejemplar de esta novela está ciertamente ajado y desprende un suave olor a humedad, aunque la letra sea diminuta y alargada, aunque tan sólo haya leído 80 páginas... he de decir que me gusta y, por el momento, Zola no me está decepcionando. Odio esos momentos en que una ansiadísima lectura nos decepciona desde la primera página. Confío en que, a lo largo de esta historia tan comprometida, no me encuentre con la decepción por ninguna parte, tan sólo con una maravillosa pieza literaria.
Sobreviviendo en un holocausto zombi
¿Cuántos asaltos habéis durado? A fin de cuentas, todos terminaríamos siendo sabrosos amasijos de carne putrefacta...
Blogueros del mundo...
Por favor, dueños de blogs: esforzaos un poco. No cuesta nada aprender a escribir correctamente: así evitareis también que nos sangren los ojos al leeros.
The human centipede
The human centipede. La vi hace un par de días, pero decidí esperar a que la historia no estuviese tan fresca en mi cabeza para escribir algo acerca de ella. La historia comienza como tantas otras: dos estúpidas turistas americanas en Alemania. Rueda pinchada. Caminan por el medio de un bosque en plena noche: parece ser que estas chicas nunca han visto pelis de terror. Eso siempre termina mal, queridas. Al fin llegan al lugar donde se desarrollará el resto de la trama: la casa del cirujano Heiter, que lo tiene todo preparadísimo en su sótano para iniciar su aberrante experimento con las dos muchachas y un joven japonés al que da caza poco después. La idea del doctor alemán, en principio, parece original e innovadora en el mundo de las pelis de terror: su propósito es unir a sus víctimas en una suerte de ciempiés humano, conectando sus sistemas digestivos a través del ano del primero y la boca del segundo y así sucesivamente. Hubiera sido harto divertido que Heiter conformase su ciempiés con unas cuantas decenas de personas haciendo un trenecito coprófago, ¿verdad? No, no ocurre: es una divagación fruto de mi perversa mente. Esa original idea del doctor se ve eclipsada por todo lo demás: una vez que lleva a cabo la unión de los jóvenes (y esto ocurre en la primera media hora de película), el resto es relleno, aburrido y vacío. El doctor trata de entrenar a su nueva mascota para que coma y le traiga el periódico y realice tareas que, en definitiva, nos parecen degradantes para una persona. Francamente, me esperaba mucha más humillación, violencia, degradación y perversiones: mala suerte, no las hay en esta película. Entiendo que a mucha gente le resulte repulsiva la idea y el resultado del ciempiés, pero... ¡no es para tanto!
Otra de las cosas decepcionantes sobre esta película es ese pequeño subtítulo que vemos en el póster: 100 medically accurate. Es, sin duda, una de las mayores mentiras que nos ha contado el cine. Yo no sé mucho sobre biología y medicina, pero se me plantearon algunos interrogantes mientras sopesaba la eficacia de la idea del doctor Heiter: ¿cómo puede un ser humano sobrevivir a base de las heces de otra persona -y así sucesivamente en la cadena del ciempiés-?, ¿por qué el doctor no conectó sus sistemas circulatorio y urinario, o algo más que el sistema digestivo?, ¿por qué la casualidad quiere que los tejidos de los tres sujetos sean compatibles, algo improbable en la realidad? En fin. Aparte de los errores médicos, también tenemos las típicas incógnitas de peli de terror: ¿por qué los vecinos no oyen nada?, ¿por qué la policía aparece únicamente al final de la película y con unos pretextos penosos?, ¿por qué el cirujano se empeña en hacerlo todo él solito y deja que el ciempiés salga al jardín, a la vista de cualquier posible visitante?
En fin. Dejémonos de incógnitas. En resumen, diré que la premisa de la que parte la película es original y promete, para luego dejarnos con un desarrollo y desenlace aburridos, maniqueos y nada convincentes. Si merece la pena verla es por la actuación de Dieter Laser, el alemán que encarna al cirujano. Su actuación es desasosegante, desagradable: es la actitud de un verdadero lunático trastornado. Sus gestos consiguen transmitir al espectador esa incomodidad que generan las personas que traman algo y que poseen una mente perturbada, y pocos actores lo logran sin sobreactuar o rozar lo ridículo. Los diálogos en alemán que se suceden a lo largo de la historia también le dan un poco de vida a los hechos. Por lo demás... creo que esa hora y media de película podría emplearse en algo más útil.
¿Mi nota? Dejémoslo en un 5 sobre 10. Es considerablemente mala, pero la actuación del degenerado doctor salva las cosas para aquellos que esperábamos más de esta película que tanto prometía.
Otis
Otis es una basura de película, desde luego. No me malentendáis: no puedo alabarla ni mucho menos decir que me haya gustado, pero sí que me hizo pasar un buen rato y soltar unas cuantas carcajadas. Viendo que el cine de terror suele ser taxativamente patético, Otis es una pequeña excepción en la que al menos nos vamos a reír.
Os resumo el argumento. Otis, un gordo inadaptado obsesionado sexualmente con su cuñada Kim, decide iniciar todo un periplo de secuestros y asesinatos de mozuelas jóvenes y de buen ver. A todas ellas las llama Kim. A todas ellas las rapta y con todas emula el rollo instituto americano: Otis se disfraza de jugador de rugby, Otis lleva a la chica en su descapotable, Otis se inventa un baile de graduación. En fin, tremendo.
A partir de estas líneas quizá os destripe el argumento, así que no sigáis leyendo si tenéis intenciones de ver esta película. La parte interesante, aparte de ver a este gordezuelo salido persiguiendo a la guapa Kim (no, en realidad no se llama Kim, como ya habréis supuesto), es la entrada en escena de la familia de la secuestrada. Una familia normal, ante situaciones de peligro o amenaza, se puede volver aún peor que la familia de Leatherface. Deciden ir en busca y captura de Otis una vez conocen su identidad, sin embargo, la casualidad quiere que sea el hermano de Otis quien se encuentren en la casa de este. ¿La consecuencia? Un hombre inocente torturado y asesinado. Pero no pasa nada. Otis recibe también su merecido: unos cuantos escopetazos en su oronda tripa cuando acude a casa de los afectados a entregar una pizza. Un buen plan, claro que sí. Destripa a tu repartidor.
En resumen, una peli que no merece demasiado la pena ver, pero con algunos puntazos muy graciosos. A lo largo de la historia también se hacen menciones a El señor de las moscas y al salvajismo plasmado en este, así como a la canción de Blue Öyster Cult, Don't fear the reaper. Un par de referencias interesantes.
¿Mi nota? Dejémoslo en un 4 sobre 10. No merece más, tampoco menos.
Vegetales
- ¿Mala suerte? Eso es lo que piensas tú. En realidad, es que no las has regado lo suficiente. O que no están cerca de la luz. O, en el caso de los cactus, que tienen demasiada agua.
- Quién sabe. Todas acaban muertas. Podridas. Las flores se marchitan, se caen, me dejan el suelo perdido de mugre verdosa. ¿Tú sabes lo que cuesta limpiar eso?
- Claro. No siempre he tenido tanta mano para las plantas como ahora. He tenido que "matar" a unas cuantas antes de que decidiesen que soy un buen cuidador.
- ¿Les hablas?
- ¿A quiénes? ¿A las plantas? Por supuesto. Y, de vez en cuando, les hago escuchar un buen vinilo. Es bueno para ellas, ¿sabes? Crecen felices.
- ¿Cómo puedes saber eso?
- Yo no lo sé. ¿Cómo podría saberlo? Pero es la sensación de que son felices lo que me basta. Me basta y me sobra para serlo yo también.
- Um. Creo que debería cambiar de lugar mis hibiscos.
- Deberías. Definitivamente, deberías.
Centrefolds
Come on fallen star I refuse to let you die
Cos that's wrong and I've been waiting far too long
It's wrong,and I've been waiting far too long
For you to be... be mine
No recordaba que la voz de Brian Molko es capaz de conmoverme hasta límites insospechados. Vicios musicales nunca mueren...
El álbum de los exámenes
Si tuviese que elegir la música que acompaña a los exámenes de este cuarto curso de filología hispánica, no tendría dudas. Es el American Psycho, de 1997, el primer álbum de los Misfits al que prestó su voz el genial Michale Graves. ¿Y por qué este y no otro? Simple. Me gusta ir a los exámenes en coche, me gusta conducir sola, bajo el sol, mientras canto a voces estas canciones y el resto de conductores que vean un atisbo de esta situación se pregunten si estoy loca o si hablo con alguien por el manos libres. Me gusta esta punkarrada porque es sencilla de escuchar, porque me tranquiliza, porque son ritmos conocidos que puedo tararear y en los que me entremezclo mientras sujeto en volante. Me gustan los Misfits porque siempre tienen una canción que encaja con una determinada situación. Me gusta escuchar este álbum dos veces: cuando voy al examen y cuando vuelvo. Lo vivo de una forma diferente cada vez. Y eso es lo importante, ¿verdad? Que la música cobre sentido, que te haga vibrar sin importar que escuches por enésima vez esa canción en el mismo día, que cumplas con tus obligaciones con una sonrisa y una melodía pendida de los labios.
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.
Rocky Horror Picture Show
En los momentos más duros, aquellos en que tuve que vivir en otra nación sin más ayuda que mi propio pensamiento o soportar un mes completo de ausencia absoluta, lo que mantuvo íntegra mi cordura fueron este tipo de recuerdos. Los recuerdos, sí, aquellos que me hacían tener la certeza de que todo era maravilloso y que, aunque el presente me atrapase como el pegajoso calor de la época estival, el futuro podría llegar a ser glorioso con momentos tan buenos como este. E incluso mejores.
No me equivoqué, en ningún momento lo hice. El futuro me ha demostrado, lo hace cada día, que si el pasado fue brillante comenzando en el verano pasado, el hoy es millones de veces mejor. Con mariposas. Con poesía. Con lluvia y parque. Y, por supuesto, con Nuestra típica ambigüedad... y tacones. Cómo no.
En un día el sol alumbra | |
y falta; en un día se trueca | |
un reino todo; en un día | |
es edificio una peña; | |
en un día una batalla | |
pérdida y vitoria ostenta; | |
en un día tiene el mar | |
tranquilidad y tormenta; | |
en un día nace un hombre | |
y muere; luego pudiera | |
en un día ver mi amor | |
sombra y luz, como planeta; | |
pena y dicha, como imperio; | |
gente y brutos, como selva; | |
paz e inquietud, como mar, | |
triunfo y ruina, como guerra; | |
vida y muerte, como dueño | |
de sentidos y potencias. | |
Y habiendo tenido edad | |
en un día su violencia | |
de hacerme tan desdichado, | |
¿por qué, por qué no pudiera | |
tener edad en un día | |
de hacerme dichoso? ¿Es fuerza | |
que se engendren más despacio | |
las glorias que las ofensas? El alcalde de Zalamea - Calderón de la Barca |
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
Retazos de la mente de Dalí
El amor, ese gran desconocido para casi todos.