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Mentes

[...] De qué sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar. Es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda; bueno…, no es que no me atraigan, claro que me atraen, ¡me encantan! Pero no me seducen, me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes.

Martín (Hache)
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El olor del mar

El mar olía como una vela hinchada que hubiera aprisionado agua, sal y un sol frío. El mar tenía un olor sencillo, pero al mismo tiempo grande y singular, por lo que Grenouille no sabía si dividirlo en olor a pescado, a sal, a agua, a algas, a frescor, etcétera. Prefería, sin embargo, dejarlo entero para retenerlo en la memoria y disfrutarlo sin divisiones. El olor del mar le gustaba tanto, que deseaba respirarlo puro algún día y en grandes cantidades, a fin de embriagarse de él. Y más tarde, cuando se enteró de lo grande que era el mar y que los barcos podían navegar sin ver tierra, nada le complacía tanto como imaginarse a sí mismo a bordo de un barco, encaramado a una cofa en el mástil más cercano a la proa, surcando el agua a través del olor infinito del mar, que en realidad no era un olor, sino su aliento, una exhalación, el fin de todos los olores, y disolviéndose en el placer de ese aliento.

Patrick Süskind - El perfume
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Paisaje interior

Resulta manifiesto de las constancias religiosas y de los monumentos sobrevivientes de la poesía y las artes plásticas que, en la mayoría de los tiempo y lugares, los hombres han atribuido más importancia al paisaje interior que a las experiencias objetivas y han atribuido a lo que veían con los ojos cerrados una significación espiritualmente más alta que a lo que veían con los ojos abiertos. ¿La razón? La familiaridad engendra el desdén y el cómo sobrevivir es un problema cuya urgencia va de lo crónicamente tedioso al auténtico tormento. El mundo exterior es aquello a lo que nos despertamos cada mañana de nuestras vidas, es el lugar donde, nos guste o no, tenemos que esforzamos por vivir. En el mundo interior no hay en cambio ni trabajo ni monotonía. Lo visitamos únicamente en sueños o en la meditación, y su maravilla es tal que nunca encontramos el mismo mundo en dos sucesivas ocasiones. ¿Cómo puede extrañar entonces que los seres humanos, en su busca de lo divino, hayan preferido generalmente mirar hacia adentro?

Aldous Huxley - Las puertas de la percepción
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Cinco ventanas del mismo lado

¿Cómo separarme del pedazo de piso donde descansan las cuatro patas de mi escritorio, de mi manera de tomar el café de la mañana, sentada en la cama mirando por la ventana cómo se levantan los vecinos, del rinconcito donde medito, del espacio de mi computadora? Si me alejo, ¿quién me garantiza encontrar de nuevo esa compañía silenciosa que yo tengo, tan especial, vviviendo entre viejos y gente cuyas perennes actividades nocturnas los obligan a descansar de día? [...] ¿Cómo alejarme de las caminatas por el barrio, de mi vecino, quien sin conocerme desplegaba su vida de soltero meticulosamente frente a mis ventanas, ignorante de mi interés por su persona? Ese es el lugar donde, por tantos años que parece siempre, despierta he soñado con todo lo bueno que me gustaría que me pasara, y dormida con casas de muchos cuartos y aviones que despegaban sin llevarme. Sueño mucho con eso. Y es ahí donde me he alegrado por las cosas buenas que han sidoy me he entristecido por las malas.

Sonia Rivera-Valdés - Las historias prohibidas de Marta Veneranda
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Demasiada razón

Ricardo.- Una república de hombres solos donde no exista en sentido común.
Florín.- ¡Admirable! ¿Y para cuántos días?
Ricardo.- Para siempre.
Florín.- Demasiado; ya serán unos días menos.
Ricardo.- Le estoy hablando en serio. Encuentro que la vida es aburrida y estúpida por falta de imaginación. Demasiada razón, demasiada disciplina en todo. Y he pensado que en cualquier rincón hay media docena de hombres interesantes, con fantasía y sin sentido, que se están pudriendo entre los demás. Pues bien; yo voy a reunirlos en mi casa, libres y disparatados. A inventar una vida nueva, a soñar imposibles. Y todos conmigo, en esta casa: un asilo para huérfanos de sentido común.

Alejandro Casona - La sirena varada
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La muerte

Aunque pase por estúpido, no creo que la muerte sea una ninfa guapa. No creo que la muerte pueda ser una persona. La muerte no es nada. Es un vacío. La muerte es tocar las cuerdas de un Stradivarius que por desgracia está vivo. Es esnifar una raya de lo que crees ser la más pura cocaína boliviana, pero que resulta ser veneno para ratas. Es follar con la persona equivocada en el momento equivocado y ver cómo te marchitas. Eso es la muerte.

Neil Gaiman - Lo mejor de tu vida
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El Cristo anarquista

El Cristo descendió de su cruz y dijo al creyente que oraba de rodillas ante él:

-Hijo mío, sois unos imbéciles. Hace veintiún siglos que predije la paz, y la paz no se ha hecho. Predije el amor, y continúa la guerra entre vosotros; abominé de los bienes terrenos, y os afanáis por amontonar riquezas. Dije que todos sois hermanos, y os tratáis como enemigos. Hay entre vosotros tiranos y hay gentes que se dejan esclavizar. Los primeros son malvados; los segundos, idiotas. Sin la pasividad de éstos, no existirían aquéllos. Grande es la crueldad de los unos, mayor es la resignación de los otros. ¿Por qué sufrir en silencio cuando se tiene la fuerza del número…del derecho? No fue ese el espíritu de mis predicaciones; vosotros, los republicanos de la religión, las habéis falseado. Yo ví el origen del mal en la autoridad y en su órgano el Estado, y por eso me persiguieron. Desconocí el poder de los Césares, como atentatorio a la libertad humana, y por eso perecí en la cruz.

Uno de mis más amados discípulos, Ernesto Renán, ha dicho que yo fui un anarquista. Si ser anarquista es ser partidario del amor universal, destructor de todo poder, perseguidor de toda ley, declaro que fui anarquista. No quiero que unos hombres gobiernen a otros hombres; quiero que todos seáis iguales. No quiero que trabajen unos y que otros, en la holganza, consuman lo producido; quiero que trabajéis todos. No quiero que haya Estados, ni Códigos, ni ejércitos, ni propiedad, ni familia; quiero que todos os tengáis tan grande amor que no necesitéis ni verdugos, ni jueces; que miréis como hijos vuestros a todos los niños y como esposas o esposos a todas las mujeres u hombres; que seáis una gran familia feliz, sana y laboriosa.

¿Por qué no lo hacéis así, hijos míos?. ¿Por qué sois tan malvados que os complacéis en destrozaros?. La tierra es grande y fecunda; los campos producen lo necesario para que todos viváis; la mecánica ha llegado a tan maravilloso grado de perfección que aplicando sus descubrimientos y los de la higiene a las fábricas y las minas, el trabajo trocaríase de penosa tarea en alegre entretenimiento. Entonces trabajaríais todos, como todos hoy tenéis gusto en disfrutar de los placeres de un deporte, y en tres horas de ese trabajo alegre y voluntario recibiríais los múltiples menesteres de la vida social, que hoy reciben unos cuantos. No habría entonces explotadores ni explotados, no habría señores y vasallos, no habría monarcas y súbditos. Con la propiedad desaparecería la sed de riqueza, el afán de lucro, la eterna rivalidad entre los pueblos, el asesinato lento en el taller insalubre de millones de seres humanos.

No padecería la mujer, sin la autoridad del esposo, la tiranía que al presente padece. No sería el amor fórmula hipócrita sancionada por la Iglesia o por el Estado; sería pasión espontánea y voluntaria. No sería esclavitud de la mujer al hombre, porque tan libre y dueña de la tierra como aquél sería ésta, y para nada tendría que preocupar del porvenir de los hijos; no cometería tampoco nadie la ligereza de jurar amor eterno, como si el amor dependiese de la voluntad y de él se pudiese responder libremente.

No habría naciones diferentes; los ríos y las montañas no servirían de barrera para que los hombres dejasen de ser hermanos; las fronteras, que hoy separan los pueblos, no serían motivo para que os hiciereis cruda guerra. Lo que hoy reputáis injusto para unos y justo para otros, sería entonces igualmente dañoso para todos. El asesinato sería un crimen, y lo sería también la guerra; sería condenable la mentira de que usáis en los tratos de pueblo a pueblo, tanto como hoy es aplaudida. La moral sería la misma para todos, y no se alteraría su esencia ni su forma con diversidad de razas y países.

No cometeríais la inhumanidad de encerrar al delincuente en una prisión, como si con ello pudierais enmendar la falta que es imputable a vosotros y no a él. Al desgraciado que realizase un acto inmoral le trataríais como a un enfermo, y no agravaríais su mal privándole de la libertad, el don más preciado entre los hombres. Si desaparecieran las causas del crimen, ¿no desaparecería el crimen?, ¿Habría rapiñas sin propiedad?, ¿Habría celos sin el monopolio de la mujer?, ¿Habría rencillas por el poder sin el poder?.

Hijos míos ¿por qué sois tan imbéciles?, ¿Por qué sois tan tiranos los unos y resignados corderos los otros?. Sacudid el yugo los que sufrís la tiranía; destruid la opresión los que vivís esclavizados. Con vosotros, los obreros, está la fuerza; vosotros sois el mayor número. Si agonizáis en las fábricas es porque no tenéis la entereza de saber vuestro derecho.

Levántate, levántate, hijo mío. No es de los tiempos que corren la oración, no es de esta época de lucha la resignación mística. Me habéis injuriado gravemente habéis disfrazado mis doctrinas. No legitiméis con mi nombre la explotación. Los que mantienen gobiernos y soldados no son mis discípulos.

José Martínez Ruiz (Azorín), "El cristo nuevo", El porvenir del obrero, 91, 8 de febrero de 1902

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Palabras de Gigante

- ¡Malditos mis zarrapahuesos! -gritó, sacudiendo el tarro en el aire-. ¡Vengo a cazar sueños bonitos y dorados y... ¿qué es lo que atrapo?
- ¿Qué es lo que tienes en el bote? -repite Sofía.
- ¡Un horrible jorobanoches! ¡Un sueño malo! ¡No, peor que un sueño malo! ¡Es una pescadilla!
- Una pesadilla querrás decir -le corrigió Sofía-. ¡Qué mala suerte! ¿Qué vas a hacer con ella?
- Desde luego, no la dejaré escapar -dijo el GGB-. Si lo hiciera, algún pobre chiquillo podría pasar un rato terriblihorripilante. Este sueño es un zurripastroso asustagentes. ¡Lo haré explontar tan pronto como lleguemos a casa!
- Las pesadillas son algo tremendo -dijo Sofía-. Una noche tuve una, y desperté bañada en sudor.
- Pues con esta, te dispirtarías gritando -explicó el GGB-. El sueño que hay ahí dentro te pondría los dientes de punta, y te castañetearían los pelos y, por último, la sangre se te cobrintiría en carambámbanos de hielo, y tu piel acabaría arrastrándose por el suelo...
- ¿Tan malo es?
- ¡Peor! -gritó el GGB-. ¡Es una porcochambre basurosa! ¡Y un furris infernal! ¡Y un luciferinodemonche! ¡Las tres cosas a la vez! Pero yo es contento de tenerlo incirrado. ¡Ahí te quedas, mala bestia! -añadió indignado-. ¡Nunca más volverás a fistidiar a los pobrecitos niños de los guisantes humanos!

Roald Dahl - El Gran Gigante Bonachón
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Vegas y Nazis

El Circus-Circus es donde iría la gente maja la noche del sábado si hubiesen ganado la guerra los nazis. Es como el Sexto Reich. La planta principal está llena de mesas de juego, como en todos los casinos... pero este local tiene unas cuatro plantas, al estilo de una carpa de circo, y en este espacio se desarrollan toda clase de extrañas locuras en un híbrido de feria rural y carnaval polaco. Justo encima de las mesas de juego, los Cuarenta Hermanos Voladores Carazito ejecutan un número en el trapecio, con cuatro glotones norteamericanos provistos de bozal y las Seis Hermanas Nymphet de San Diego... así que estás allí abajo en la planta principal jugando a la veintiuna, y la apuesta es alta, y de pronto se te ocurre mirar para arriba y justo encima de tu cabeza hay una chica de catorce años semidesnuda a la que persigue por el aire un gruñente glotón, que se enzarza de pronto en una pelea a muerte con dos polacos pintados de color plata que se lanzan desde puntos opuestos y se encuentran en medio del aire sobre el cuello del glotón... los dos polacos agarran al animal mientras caen a plomo hacia las mesas de dados... pero saltan fuera de la red; se separan y vuelven a saltar hacia el techo en tres direcciones distintas, y cuando están a punto de caer otra vez, los agarran en el aire tres Gatitos Coreanos y van en trapecio hacia una de las barandas.

Esta locura sigue y sigue, pero nadie parece darse cuenta. El juego dura veinticuatro horas al día en la planta principal, y el circo nunca para.

Hunter S. Thompson - Miedo y asco en Las Vegas
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Derrota

Gente sin perspectiva, con un horizonte demasiado corto. Y riéndose de todo. ¿De qué se ríen? De todo. Nadie anda triste o quiere el suicidio o se aterra porque piensa que los escombros pueden precipitarse abajo y enterrarlos en vida. No. Todo lo contrario. En medio de la debacle la gente ríe, sobrevive, intenta pasarlo lo mejor posible y agudiza sus sentidos y su olfato, como hacen los animales más débiles y diminutos, que aprenden a concentrar energía y desarrollan diversas habilidades porque saben que nunca serán grandes, fuertes y vencedores. Ya que nacieron en las ruinas, se trata entonces de jamás abandonar o permitir que los golpeen tanto que al fin tengan que tirar la toalla y levantar los brazos. Todo es posible, todo es válido, menos la derrota.

Pedro Juan Gutiérrez - Trilogía sucia de La Habana
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Me ha dejado para siempre, mi efebo satánico, mi ángel de desgracia. Se escapó con su orgullo... ¿Por qué no habrá vuelto calmado, tranquilo, liberado de esa sucia adolescencia? ¿Eh? Podríamos haber sido amigos de nuevo, sin estruendo, sin alboroto... sin pasión.

C. Dabitch & B. Flao - La línea de fuga
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Imaginación

Víctor: Al contrario, me salva. ¡Bendita imaginación! Mi único consuelo es cabalgar en ella y lanzarme por el espacio infinito hacia la región de lo ideal, del pensar libre y sin ninguna traba. Delirando a mi antojo, construyo mi vida conforme a mis deseos; no soy lo que quieren los demás, sino lo que yo quiero ser. No me importan las leyes porque allí las hago todas a mi gusto. Me instalo en el planeta más hermoso. Soy rey, semidiós, dios entero; amo y soy amado.

Benito Pérez Galdós - La de San Quintín
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Verdad

- ¿Dónde está la verdad?
Ella responde:
- En ninguna parte. Todo es apariencia, ilusión, desfile de sombras chinescas sobre las paredes iluminadas o lóbregas de nuestra alma. Todo cambia, nada persiste; y lo que ya profanó la admiración del populacho, no merece ni la mirada del artista. Las opiniones, los sentimientos de la multitud, ignórelos usted. Las sensaciones sencillas y francas... a los mozos de cuerda. La sensación hay que pasarla por alquitara, destilarla y oscilar entre ella - pero exquisita y sobreaguda- y el negro tedio que nos encamina a la realidad antiestética de la muerte...

Emilia Pardo Bazán - La quimera
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A la mayoría de nosotros se nos enseñó desde muy pequeños que nuestro objetivo principal debe ser encajar con los demás, y al diablo la individualidad. Siempre he intentado combatir el conformismo con una búsqueda consciente de mis verdaderos sentimientos, contraria al temor de no encajar. Es a partir de las películas, las revistas y la gente de la calle que me formo ideas siempre cambiantes sobre la belleza; procuro estar abierto a las innumerables combinaciones e ilimitadas posibilidades. Cuando uno cree que lo sabe todo o desarrolla una filosofía estricta, deja de crecer y de aprender.

Kevyn Aucoin - El arte del maquillaje
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Ballard observaba cómo este ballet se arqueaba, se arremolinaba y revolvía el barro entre la nieve y cómo la deliciosa sangre manaba a borbotones ahí en su hológrafo de batalla, cómo un pulmón desgarrado reventaba salpicando, la sangre negra del corazón, molinete y pirueta, hasta que sonaron tiros y todo se acabó. Un perro joven jugueteaba con las orejas del jabalí y otro yacía muerto con las tripas deshechas y rojas esparcidas sobre la nieve, otro aullaba y se arrastraba.

Cormac McCarthy - Hijo de Dios
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Sexo

Es que el sexo no es para gente escrupulosa. El sexo es un intercambio de líquidos, de fluidos, saliva, aliento y olores fueres, orina, semen, mierda, sudor, microbios, bacterias. O no es. Si sólo es ternura y espiritualidad etérea entonces se queda en una parodia estéril de lo que pudo ser. Nada.

Pedro Juan Gutiérrez - Trilogía sucia de la Habana
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Moral

¿Quién inventa las prohibiciones? Alguien las inventa a su conveniencia y decide por ti: "puedes hacer esto, no puedes hacer aquello. Aquello otro hace daño. Lo moral es esto y lo inmoral...", ahhh, ya me han jodido la vida demasiado con leyes y prohibiciones y órdenes. Me tienen hasta los cojones con todo eso de la moral y la ética y lo correcto y lo incorrecto. Y al final descubres que esos señores viven como dioses del Olimpo y derrochan todo en medio del lujo. Pero lo hacen en secreto, para que nadie los vea, y en público siguen haciendo promesas y el futuro será mejor.

Pedro Juan Gutiérrez - Animal tropical
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No creo en nada. Los seres humanos somos caníbales. El dolor nace con uno y te acompaña siempre.

Pedro Juan Gutiérrez - El nido de la serpiente
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Es que yo soy así. Pero si quieres construyo una espiral en el fondo del abismo y allí me quedo acompañado de arañas y de siemprevivas.

Fernando Arrabal - El cementerio de automóviles
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El desvanecimiento de los ideales es triste prueba de la derrota del esfuerzo humano.

Alfred North Withehead