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Columnas de sal

Now you're messin' with the stone cold killer
She kills so good you're dying for some more


No hay nada más cierto que saber que todo es incierto. La veracidad y la proporción dejan de importar y sólo queda luchar por la supervivencia. Envuelto en piel, en cuero, en terciopelo, en magma o nubes. Qué más da. Se lo que quieras ser. Ocúltate y cuelga una mirada acerada de las pestañas. Que te teman. Que, con el palpitar de tus tacones, bailen para ti. Que se arrodillen y te veneren. Que laman tus heridas y, por dentro, te curen con licor y agua helada. No hay nada tan fuerte que te pueda partir el corazón y hacerlo arena, tan sólo la marea del tiempo. No será repentino. Entretanto, yergue la espalda en tu trono y recoge las lágrimas en un jarro de latón. Que fermente el odio, la tristeza, el azul. Cuando, saladas, hiervan bajo tu mirada, sólo quedará la galaxia y el infinito. Limítate a contemplar las estrellas.
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Cosas pequeñas

Las cosas pequeñas. Que no se me olvide. Los giros inesperados que, de repente, te golpean en la nuca. Cuando abres los ojos ha cambiado todo y el mundo ha pasado de ser un abanico de grises, muy tristes y con los bordes quemados por el tiempo, a ser un paraíso multicolor donde todo huele a fruta, a aleteos exóticos, a mar. Sobre todo a mar, ese olor impaciente que lo inunda todo y te acompaña aun cuando no lo tienes cerca, cuando estás perdida en el centro de una fría isla desconocida.

Un maelstrom de locura te ha llevado consigo a danzar sobre una tormenta eléctrica. Te fundes con cada trueno y te conviertes en una salpicadura que lo baña todo, disfrutas de ese riesgo, de la perspectiva de estar haciendo lo adecuado, de sentirte un poquito más feliz cada día. De nuevo atesoras momentos. En un cajón guardas botoncitos multicolor, para el futuro. Hoy Janis ya no parece tan triste y siento que su voz me perfora desde un mundo muy lejano. Me susurra que puedo perderme, que hoy debo hacerlo. Que me busque, porque otros ya me han encontrado.

La coraza se funde bajo el sol y ya no hace falta armadura, ni yelmo, ni siquiera escudo. Las nieves se han derretido y los perros del infierno callan, aletargados. Eliges el camino y sigues adelante. Los obstáculos no importan. Tienes las cosas pequeñas. La oportunidad de hacerlo diferente.

There's no sensation to compare with this
Suspended animation, a state of bliss
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En retrospectiva

Muchas veces recuerdo las ensoñaciones de mi yo adolescente. Muy a menudo pensaba en cómo sería mi existencia dentro de diez días, diez meses, diez años; si llegaría siquiera a esa edad; cómo transcurriría cada etapa de mi vida... en definitiva, cómo sería hacerse mayor.

Quizá hoy, rozando la mitad de la veintena, pueda decir que ya soy mayor. Puedo decirlo, y efectivamente no estaría equivocada. Sin embargo, yo no siento que esta mujer adulta en la que me he convertido sea tan distinta de la niña que pintaba en el colegio o la joven que sacaba buenas notas en el instituto. Muchas cosas no han cambiado: sigo siendo estúpidamente ingenua, sigo perdiéndome en las páginas de los libros y sigo, en mi propio mundo interior, imaginándome una realidad mejor con la que me recreo cuando lo que me rodea no me satisface. Sigo teniendo las mismas inseguridades, también conservo algunos de mis miedos; otros, por supuesto, han aparecido de la nada y han golpeado con fuerza en las zonas más delicadas de mi ser. Es, intuyo, parte del proceso: creces, evolucionas, cambias y te haces más fuerte -esta última fase ha resultado ser un gigantesco fiasco para la mayor parte de nosotros-. De forma pareja a estos evidentes cambios llega una realidad que se torna más dura a cada instante, una realidad a la que a veces cuesta enfrentarse por ser desalentadora, asfixiante: triste, en definitiva.

Yo no lo sabía cuando era una niña. No sabía que crecer iba a ser algo tan complejo, no sabía que tendría que ir acostumbrándome poco a poco a mí misma, no sabía que tendría que aceptarme y tratar de acoplarme de la mejor de mis maneras a mi cuerpo y a mi mente. No imaginaba que mi yo veinteañero estuviese tatuado, ¡qué va! Tampoco intuía que fuese a disfrutar con tanta intensidad de placeres tan dispares como la música, el sexo, el cine... y que, de alguna manera, iba a lanzar un ancla en cada uno de esos puertos que de verdad me enriquecen y me vuelven un ser humano mejor. Yo pensaba que, al igual que mis padres, esta sería una buena edad para tener un futuro laboral definido y estable y, desde luego, una situación emocional absolutamente delimitada en su normalidad. Creía -¡qué imbécil!-, que un príncipe azul con ojos y piel oscuros me esperaría para llevarme a un lugar mejor. Quizá buscase el paso previo para tener una familia, para ir poco a poco rompiendo el cordón umbilical y desprenderme del regazo materno. Pero no. Me encuentro con un futuro más que incierto en todos y cada uno de los aspectos vitales, me encuentro con que aún sigo conociéndome y tratando de quererme, descubro cosas nuevas cada día y las archivo en lo que me gusta y lo que no... y, como también hacía aquella Patricia pequeña y aún sin rizos, clasifico cada situación en algo que merece la pena o algo que no lo hace. Gracias a esta diminuta máxima he encontrado, de vez en cuando, el camino adecuado. Otras muchas veces he errado, y mis fallos han sido brutales y despiadados. Sin embargo, de la misma manera en que me imaginaba un futuro más feliz, no imaginaba que la mujer que hoy soy tuviese, de vez en cuando, admirables arranques de fuerza y un desarrollado sentido de la supervivencia. Supongo que, en ocasiones, no nos queda otra salida. Lo que no te mata te hace más fuerte, y nadie quiere dejar atrás la vida. Aunque no sea lo que esperamos, aunque nunca llegue a serlo. ¿Qué importa? Siempre encontraremos pequeños placeres y esas situaciones y personas que, sin lugar a dudas, se manifiesten como algo que de verdad merece la pena. Entretanto, me tengo a mí misma. Y aún me quedan mil años de miedos e inseguridades por conocer y a los que enfrentarme para, espero, salir airosa.

The North is to South what the clock is to time
There's east and there's west and there's everywhere life
I know I was born and I know that I'll die
The in between is mine
I am mine
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Summertime

Hace años comenzó como un baile apasionado que nos contagió con sus fiebres, un verano cálido y humeante, que se selló con un cráter en la línea entre las dos partes, oriental, occidental. Allí dejamos parte de nuestras almas. La otra... la evaporamos en suspiros rápidos y amargos, en sombras contra tu pared, en los surcos de la música de tu tocadiscos lacado; la otra se estrelló contra el muro hasta abrir una grieta.

Y al año siguiente... las noches sin teatros en el callejón, sin marionetas ni el sonido de otras voces. El muelle cedió y caí de nuevo, atravesando las nubes, bajo las ramas ahora podridas. Llegó el calor y la tormenta no remitía, los rayos chisporroteaban contra mi conciencia. Algo dejamos atrás. Los canales se llevaron el resto.

Y el estío de hoy, empapado en sueños nuevos, me vuelve la espalda y se desliza, muy lejos de mí, con su enfermizo calor de rutina. Me quedo con esa línea. Con la parsimonia. Con la paz.
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"¡El tiempo! ¡La hora! ¿Qué hora es?"

Cada vez que leo Watchmen me anclan las palabras del doctor Manhattan, parafraseando teorías de Einstein: el tiempo es relativo, también es simultáneo; pasado, presente y futuro ocurren (o están ocurriendo, han ocurrido, ocurrirán: ante semejante sentencia, me pierdo en los tiempos verbales y todos me parecen oportunos) a la par.

Pensemos en la lentitud con la que transcurrían 365 días cuando éramos niños: el siguiente cumpleaños parecía no querer llegar jamás. De repente nos descubrimos pronunciando aquella frase de nuestros padres, "¡qué rápido pasa el tiempo!", y en un par de décadas veremos que el día se consume con más celeridad cada nuevo amanecer. Y no pasa nada, es nuestro reloj biológico haciendo pequeñas perrerías, mirando atrás y acostumbrándose al tiempo ya vivido, viendo cómo el que nos queda por vivir se reduce a cada momento. Tempus fugit, y cada vez más rápido.

Las horas se nos escapan cuando leemos una buena novela, cuando vemos una película conmovedora y dinámica. Delante de una obra de arte alguien gira las manillas, el tiempo se desboca como un caballo sin freno. Hay otros millones de vivencias que provocan esta sensación de que el tiempo nunca permanece en un mismo ritmo vital: un instante de dolor que parece prolongarse durante horas, un ansiado abrazo que apenas podemos saborear... en fin, el ser humano es siempre subjetivo y también parece ocurrir así con la percepción del tiempo.

Todos hemos pensado en algún momento "¿quién me iba a decir esto hace unos meses?", y es que en ocasiones nos vemos envueltos en las situaciones más inverosímiles e inesperadas, quizá con más frecuencia de la que deseamos. En unos días pasamos de estar enfermos a encontrarnos de nuevo preparados para la vida. Cambiamos botas por sandalias en un par de semanas. Nos relacionamos con gente que hace dos horas no conocíamos. De repente, tenemos un trabajo, tenemos pareja, tenemos nuevos gustos musicales, perdemos a un ser querido, nos bronceamos, odiamos un libro que antes amábamos. Cuestión de minutos, de segundos. Todo cambia. Y no podemos pararlo, porque este extraño fluir, este devenir vital, es lo que mantiene nuestro corazón latiendo y nuestra mente en activo, porque sin tiempo no hay cambio, y sin cambio el ser humano es una quimera. ¿El secreto? Saber disfrutar de la certeza de que jamás nos bañaremos dos veces en las mismas aguas.

And you run and you run to catch up with the sun, but it's sinking
Racing around to come up behind you again
The sun is the same in a relative way, but you're older
Shorter of breath and one day closer to death
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Time


Tired of lying in the sunshine staying home to watch the rain
And you are young and life is long and there is time to kill today
And then one day you find ten years have got behind you
No one told you when to run, you missed the starting gun

And you run and you run to catch up with the sun, but it's sinking
Racing around to come up behind you again
The sun is the same in a relative way, but you're older
Shorter of breath and one day closer to death
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Paisaje interior

Resulta manifiesto de las constancias religiosas y de los monumentos sobrevivientes de la poesía y las artes plásticas que, en la mayoría de los tiempo y lugares, los hombres han atribuido más importancia al paisaje interior que a las experiencias objetivas y han atribuido a lo que veían con los ojos cerrados una significación espiritualmente más alta que a lo que veían con los ojos abiertos. ¿La razón? La familiaridad engendra el desdén y el cómo sobrevivir es un problema cuya urgencia va de lo crónicamente tedioso al auténtico tormento. El mundo exterior es aquello a lo que nos despertamos cada mañana de nuestras vidas, es el lugar donde, nos guste o no, tenemos que esforzamos por vivir. En el mundo interior no hay en cambio ni trabajo ni monotonía. Lo visitamos únicamente en sueños o en la meditación, y su maravilla es tal que nunca encontramos el mismo mundo en dos sucesivas ocasiones. ¿Cómo puede extrañar entonces que los seres humanos, en su busca de lo divino, hayan preferido generalmente mirar hacia adentro?

Aldous Huxley - Las puertas de la percepción
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Lo que tienes


Aceptar y querer lo que tienes, porque a fin de cuentas es tuyo, porque es una de las pocas cosas que te acompañará siempre. Mímate, cuídate, obsérvate, acaríciate, ámate. Para poder, algún día, mirarte en el espejo con orgullo.
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Cinco ventanas del mismo lado

¿Cómo separarme del pedazo de piso donde descansan las cuatro patas de mi escritorio, de mi manera de tomar el café de la mañana, sentada en la cama mirando por la ventana cómo se levantan los vecinos, del rinconcito donde medito, del espacio de mi computadora? Si me alejo, ¿quién me garantiza encontrar de nuevo esa compañía silenciosa que yo tengo, tan especial, vviviendo entre viejos y gente cuyas perennes actividades nocturnas los obligan a descansar de día? [...] ¿Cómo alejarme de las caminatas por el barrio, de mi vecino, quien sin conocerme desplegaba su vida de soltero meticulosamente frente a mis ventanas, ignorante de mi interés por su persona? Ese es el lugar donde, por tantos años que parece siempre, despierta he soñado con todo lo bueno que me gustaría que me pasara, y dormida con casas de muchos cuartos y aviones que despegaban sin llevarme. Sueño mucho con eso. Y es ahí donde me he alegrado por las cosas buenas que han sidoy me he entristecido por las malas.

Sonia Rivera-Valdés - Las historias prohibidas de Marta Veneranda
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El heavy metal es marica

Hace trece años Rob Halford, Dios del metal, líder de la banda Judas Priest, se declaró públicamente homosexual.

Y quién lo iba a decir. Es lo que uno menos se espera: una estampa durísima, un aspecto casi intimidatorio, un chorro de voz tan potente. No, desde luego que nadie se lo imagina. Un jevimetalero es el máximo exponente de la virilidad: ha de ser capaz de estar envuelto en cuero durante horas y no desprender ni una sola gota de sudor -sus poros han sido sellados desde el interior por esa incontenible fuerza del metal-, ha de poder ingerir cerveza en cantidades propias de una fiesta organizada por el mismísimo Thor, ha de tener una resistencia infinita en el acto sexual y poseer a tantas vírgenes vestales como le sea posible (como una referencia extra en esta historia de la música y el sexo, aconsejo echar un vistazo al vídeo sexual de Gene Simmons: ¿referencia, arrepentimiento, inspiración... o simplemente asco?).

Así es, compañeros. El jevimetalero ha de ser viril. Y duro, muy duro, ¡el más duro! Y, por supuesto, el jevimetalero te lo ha de demostrar cada vez que le sea posible. Sin embargo... no sé, algo huele mal alrededor de todo este mundillo. Quizá sea Halford afirmando que el heavy metal está impregnado hasta la médula por la homosexualidad, que él no es el único. Quizá sean esos agudos que asemejan a los de una doncella en apuros. Quizá sean esas terroríficas mallas que cortan la circulación testicular. No lo sé. En cualquier caso... ¡el heavy metal es marica!


El contenido de esta entrada no trata de ser, bajo ningún concepto, ofensivo ni homófobo. Es una simple reflexión con tintes cómicos sobre esta peculiar moda urbanomusical. Durante su creación sonaron canciones aleatorias de Judas Priest, para aclimatar el ambiente.
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Demasiada razón

Ricardo.- Una república de hombres solos donde no exista en sentido común.
Florín.- ¡Admirable! ¿Y para cuántos días?
Ricardo.- Para siempre.
Florín.- Demasiado; ya serán unos días menos.
Ricardo.- Le estoy hablando en serio. Encuentro que la vida es aburrida y estúpida por falta de imaginación. Demasiada razón, demasiada disciplina en todo. Y he pensado que en cualquier rincón hay media docena de hombres interesantes, con fantasía y sin sentido, que se están pudriendo entre los demás. Pues bien; yo voy a reunirlos en mi casa, libres y disparatados. A inventar una vida nueva, a soñar imposibles. Y todos conmigo, en esta casa: un asilo para huérfanos de sentido común.

Alejandro Casona - La sirena varada
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La muerte

Aunque pase por estúpido, no creo que la muerte sea una ninfa guapa. No creo que la muerte pueda ser una persona. La muerte no es nada. Es un vacío. La muerte es tocar las cuerdas de un Stradivarius que por desgracia está vivo. Es esnifar una raya de lo que crees ser la más pura cocaína boliviana, pero que resulta ser veneno para ratas. Es follar con la persona equivocada en el momento equivocado y ver cómo te marchitas. Eso es la muerte.

Neil Gaiman - Lo mejor de tu vida
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Aquí estoy
Perfecta
Maravillosa
Puzzle incompleto
Un abismo
Sin color.

Soñando con flores
Que se devoran
Se mueren
Se pudren
Se congelan.

Y sigue el mundo
En un bloque
De hielo
¿De hielo?
Que no proyecta
Sombra
Ni luz.

Reverberando.

Unas manos
Una guitarra
Una gota
Un soplido
Dedos entrelazados
La pecera
Y luego nada.

Sin comas
Mariposa
Azul eléctrico
Misericordia
Letanía
Triángulos
Arcoiris
Martillos
Y el fin
Al fin.
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Fragmentos


The snow falls hard and don't you know
The winds of Thor are blowing cold

And the smile of the dawn
Brings tainted lust singing my requiem

I have only one burning desire
Let me stand next to your fire

Sometimes all of our thoughts are misgiven

Who'll be willing to take your pain
And all your heartache, too?

Hey you, dont help them to bury the light
Don't give in without a fight.

The child is grown
The dream is gone

And the secrets I've heard
It would ease my mind
Someone sharing the load
But I won't breathe a word


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La Diosa

Janis no necesitaba ser hermosa. No necesitaba maquillaje, no necesitaba joyas ni ropa elegante. Janis no necesitaba un cuerpo perfecto ni un cabello sedoso.

Janis ya tenía en su poder lo más bello: su voz, su música, su blues. Janis tenía ese arranque desgarrador en su interior. La Diosa sedujo a Morrison, a Hendrix, a Cohen. Sedujo al mundo entero con su voz, encendió llamas y fundió los polos.

Y Janis se fue de la mano de otra diosa blanca y una botella de Southern Comfort.

Tu blues sigue vivo, Diosa. Siempre.


Oh! But it don't make no difference, babe, hey,
And I know that I could always try.
There's a fire inside everyone of us,
You'd better need it now,
I got to hold it, yeah,
I better use it till the day I die.
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Ilustración

Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, adiéstrate! El financista: ¡no razones y paga! El pastor: ¡no razones, ten fe! (Un único señor dice en el mundo: ¡razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustración.

Inmanuel Kant - Was ist Aufklärung?
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Utilizadla

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Escalera

Ah, ah, child, way you shake that thing,
Gonna make you burn, gonna make you sting.
Hey, hey, baby, when you walk that way,
Watch your honey drip, can't keep away.

Ves la escalera y sólo puedes aproximarte, atisbar con curiosidad, mirar arriba; no ver el final: sólo las nubes.

Te acercas a la escalera. Rozas su pasamanos: líquido, flagímero, etéreo, reluciente. Celestial, azufre, destellos, ceniza.

Primer escalón. Te balanceas sobre una melodía conocida.

Segundo escalón. Las cuerdas de una guitarra bailando con sensualidad. Curvas.

Tercer escalón. Un vientre perlado en sudor. Cabellos rubios enredados en tu mano. Boca. Voz.

Llegas arriba. Llegas, llegas, llegas. Rozar una estrella. Bañarte en mercurio. Retorcerte en agua. Ahogarse, renacer, devorar.

Paisaje. Fin. Vuelta a empezar. Paladeas algo dulce. Te meces. Música.
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Plant









Dinámico. Entregado. Y, sobre todo, inspiracional.


Factory air-conditioned, heat begins to rise
Guaranteed to run for hours, mama, it's a perfect size
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Derrota

Gente sin perspectiva, con un horizonte demasiado corto. Y riéndose de todo. ¿De qué se ríen? De todo. Nadie anda triste o quiere el suicidio o se aterra porque piensa que los escombros pueden precipitarse abajo y enterrarlos en vida. No. Todo lo contrario. En medio de la debacle la gente ríe, sobrevive, intenta pasarlo lo mejor posible y agudiza sus sentidos y su olfato, como hacen los animales más débiles y diminutos, que aprenden a concentrar energía y desarrollan diversas habilidades porque saben que nunca serán grandes, fuertes y vencedores. Ya que nacieron en las ruinas, se trata entonces de jamás abandonar o permitir que los golpeen tanto que al fin tengan que tirar la toalla y levantar los brazos. Todo es posible, todo es válido, menos la derrota.

Pedro Juan Gutiérrez - Trilogía sucia de La Habana