Hace trece años Rob Halford, Dios del metal, líder de la banda Judas Priest, se declaró públicamente homosexual.
Y quién lo iba a decir. Es lo que uno menos se espera: una estampa durísima, un aspecto casi intimidatorio, un chorro de voz tan potente. No, desde luego que nadie se lo imagina. Un jevimetalero es el máximo exponente de la virilidad: ha de ser capaz de estar envuelto en cuero durante horas y no desprender ni una sola gota de sudor -sus poros han sido sellados desde el interior por esa incontenible fuerza del metal-, ha de poder ingerir cerveza en cantidades propias de una fiesta organizada por el mismísimo Thor, ha de tener una resistencia infinita en el acto sexual y poseer a tantas vírgenes vestales como le sea posible (como una referencia extra en esta historia de la música y el sexo, aconsejo echar un vistazo al vídeo sexual de Gene Simmons: ¿referencia, arrepentimiento, inspiración... o simplemente asco?).
Así es, compañeros. El jevimetalero ha de ser viril. Y duro, muy duro, ¡el más duro! Y, por supuesto, el jevimetalero te lo ha de demostrar cada vez que le sea posible. Sin embargo... no sé, algo huele mal alrededor de todo este mundillo. Quizá sea Halford afirmando que el heavy metal está impregnado hasta la médula por la homosexualidad, que él no es el único. Quizá sean esos agudos que asemejan a los de una doncella en apuros. Quizá sean esas terroríficas mallas que cortan la circulación testicular. No lo sé. En cualquier caso... ¡el heavy metal es marica!
Y quién lo iba a decir. Es lo que uno menos se espera: una estampa durísima, un aspecto casi intimidatorio, un chorro de voz tan potente. No, desde luego que nadie se lo imagina. Un jevimetalero es el máximo exponente de la virilidad: ha de ser capaz de estar envuelto en cuero durante horas y no desprender ni una sola gota de sudor -sus poros han sido sellados desde el interior por esa incontenible fuerza del metal-, ha de poder ingerir cerveza en cantidades propias de una fiesta organizada por el mismísimo Thor, ha de tener una resistencia infinita en el acto sexual y poseer a tantas vírgenes vestales como le sea posible (como una referencia extra en esta historia de la música y el sexo, aconsejo echar un vistazo al vídeo sexual de Gene Simmons: ¿referencia, arrepentimiento, inspiración... o simplemente asco?).
Así es, compañeros. El jevimetalero ha de ser viril. Y duro, muy duro, ¡el más duro! Y, por supuesto, el jevimetalero te lo ha de demostrar cada vez que le sea posible. Sin embargo... no sé, algo huele mal alrededor de todo este mundillo. Quizá sea Halford afirmando que el heavy metal está impregnado hasta la médula por la homosexualidad, que él no es el único. Quizá sean esos agudos que asemejan a los de una doncella en apuros. Quizá sean esas terroríficas mallas que cortan la circulación testicular. No lo sé. En cualquier caso... ¡el heavy metal es marica!
El contenido de esta entrada no trata de ser, bajo ningún concepto, ofensivo ni homófobo. Es una simple reflexión con tintes cómicos sobre esta peculiar moda urbanomusical. Durante su creación sonaron canciones aleatorias de Judas Priest, para aclimatar el ambiente.
1 comentarios:
MOMOMONSTERKILL...KILL
Bueno, a mi me gustan algunos grupos metaleros, pero nunca segui ese rollo de "durez" de la que tanto presumen.
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