Ascienden las volutas opacas y me concentro en la prenda que me envuelve y me acaricia. Escucho de nuevo esa voz que penetra cada célula de forma salvaje y me impregna hasta las entrañas. Huelo el humo que se enreda en mi cabello, tengo los dedos pegajosos, almibarados, dulces y amargos a la par. Con cada chispa escucho de nuevo una batería conocida. No sé dónde vas ni dónde has estado, creo que... tampoco importa. Rezas sobre un micrófono de forma ahogada, quiero escucharte gritar.
El gris lo cubre todo. Surcos amarillentos crecen por las paredes. Tapa las esquinas, deprisa, nos alcanzan. Tendones dormidos. Gotitas de sudor en la nuca. Esa misma melodía balanceándose otra vez. Y allí, empañando cada concha, suciedad.
El gris lo cubre todo. Surcos amarillentos crecen por las paredes. Tapa las esquinas, deprisa, nos alcanzan. Tendones dormidos. Gotitas de sudor en la nuca. Esa misma melodía balanceándose otra vez. Y allí, empañando cada concha, suciedad.
0 comentarios:
Publicar un comentario