MJ es el escalofrío de placer que te recorre la espalda cuando cierras los ojos.
MJ te toma de la mano con dulzura, te obliga a inhalar sus vapores, acerca su boca a la tuya, con suavidad, con descaro, con pasión; aprieta sus labios, te muerde, te lame con su áspera y sensual lengua, despereza tus sentidos, te hace vibrar de la cabeza a los pies.
MJ orienta tus ojos hacia lo alto, te hace contemplar las copas de los árboles y sí, ahí está, es el Destino, es todo aquello que flota por encima del ser, que suprime toda identidad y señala que hay algo más, algo que no tendremos. Pero no importa. MJ te toma de la mano, te guía, te acaricia con su sonrisa de basilisco, te hace creer que todo puede ser tuyo... al menos por unos instantes.
Pero no. Es MJ quien todo lo tiene, todo te otorga, todo te roba de nuevo.
MJ te duerme con su dulce balada, te contagia de entusiasmo en las noches en que baila desnuda, húmeda, perfecta, deslumbrante bajo la luna y empapada de rocío. MJ convierte tus noches en un teatro de marionetas donde lo ves todo, lo escuchas todo, el mundo es tridimensional de una forma nueva, diferente: la vida arde y en ese todo incandescente eres una partícula ígnea más, ascendiendo hacia los astros, siendo una galaxia, un planeta, un púlsar, una estrella fugaz. Eres polvo de estrellas. Eres la luz, eres la oscuridad, eres la rendija por la que observas palpitar las lenguas de fuego del infierno.
MJ vierte su calor en una copa, te lo sirve, te obnubila, te hipnotiza, te eviscera, vuela tu mente y tu alma. Flota con MJ, baila con ella, tómala si lo deseas, hazla tuya. Quizá ahora, quizá pronto, quizá tengas que esperar, pero MJ estará ahí. Observándote con lujuria, tentándote para hacerte caer, deseando que de nuevo, te abras paso en su interior.
MJ te toma de la mano con dulzura, te obliga a inhalar sus vapores, acerca su boca a la tuya, con suavidad, con descaro, con pasión; aprieta sus labios, te muerde, te lame con su áspera y sensual lengua, despereza tus sentidos, te hace vibrar de la cabeza a los pies.
MJ orienta tus ojos hacia lo alto, te hace contemplar las copas de los árboles y sí, ahí está, es el Destino, es todo aquello que flota por encima del ser, que suprime toda identidad y señala que hay algo más, algo que no tendremos. Pero no importa. MJ te toma de la mano, te guía, te acaricia con su sonrisa de basilisco, te hace creer que todo puede ser tuyo... al menos por unos instantes.
Pero no. Es MJ quien todo lo tiene, todo te otorga, todo te roba de nuevo.
MJ te duerme con su dulce balada, te contagia de entusiasmo en las noches en que baila desnuda, húmeda, perfecta, deslumbrante bajo la luna y empapada de rocío. MJ convierte tus noches en un teatro de marionetas donde lo ves todo, lo escuchas todo, el mundo es tridimensional de una forma nueva, diferente: la vida arde y en ese todo incandescente eres una partícula ígnea más, ascendiendo hacia los astros, siendo una galaxia, un planeta, un púlsar, una estrella fugaz. Eres polvo de estrellas. Eres la luz, eres la oscuridad, eres la rendija por la que observas palpitar las lenguas de fuego del infierno.
MJ vierte su calor en una copa, te lo sirve, te obnubila, te hipnotiza, te eviscera, vuela tu mente y tu alma. Flota con MJ, baila con ella, tómala si lo deseas, hazla tuya. Quizá ahora, quizá pronto, quizá tengas que esperar, pero MJ estará ahí. Observándote con lujuria, tentándote para hacerte caer, deseando que de nuevo, te abras paso en su interior.
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