La mayor parte de las veces que no consigo lo que necesito me frustro de una manera alarmante, como creo que nos ocurre a la mayoría. Es una frustración insana, insoportable, que hace que se tensen todos los músculos de mi cuerpo, que se me curven las cejas hacia abajo sin poder evitarlo y que se me crispen los labios en un gesto amargo. Odio, y puedo afirmar que en realidad es eso lo que siento, no obtener lo que necesito.
Y, si sois un poquito perspicaces, habréis observado que no hablo de cosas que quiero, que se me antojan, de las que me encapricho o por las que siento una atracción repentina y pasajera. No. Hablo de cosas necesarias, aquellas que de verdad le hacen falta a uno bien sea para satisfacer al cuerpo, al alma, al espíritu, al intelecto, al ego o a quién sabe qué parte de su ser.
Sin embargo y en mi empeño por buscarle una cara positiva a todo aquello que pueda tenerla (o al menos deba hacerlo para la integridad de mi propia cordura), he llegado a una conclusión. Es bueno seguir necesitando algo, pues eso significa que, a fin de cuentas, no hemos perdido la capacidad para analizarnos y analizar nuestro entorno en busca de aquello que complete nuestro puzzle. Mientras haya necesidades la mente seguirá funcionando en busca de métodos para lograrlo. Cuando se satisface un deseo, pienso, uno pierde un pedacito de ilusión. Cada búsqueda es un nuevo camino que se muestra ante nuestros ojos, y la incertidumbre de no saber dónde está el final... es un buen regalo.
Y, si sois un poquito perspicaces, habréis observado que no hablo de cosas que quiero, que se me antojan, de las que me encapricho o por las que siento una atracción repentina y pasajera. No. Hablo de cosas necesarias, aquellas que de verdad le hacen falta a uno bien sea para satisfacer al cuerpo, al alma, al espíritu, al intelecto, al ego o a quién sabe qué parte de su ser.
Sin embargo y en mi empeño por buscarle una cara positiva a todo aquello que pueda tenerla (o al menos deba hacerlo para la integridad de mi propia cordura), he llegado a una conclusión. Es bueno seguir necesitando algo, pues eso significa que, a fin de cuentas, no hemos perdido la capacidad para analizarnos y analizar nuestro entorno en busca de aquello que complete nuestro puzzle. Mientras haya necesidades la mente seguirá funcionando en busca de métodos para lograrlo. Cuando se satisface un deseo, pienso, uno pierde un pedacito de ilusión. Cada búsqueda es un nuevo camino que se muestra ante nuestros ojos, y la incertidumbre de no saber dónde está el final... es un buen regalo.
1 comentarios:
Aún has de explicarme esto... ^^
"El hambre agudiza el ingenio" dice el refranero que sabio, es un cacho.
Es cierto que en ese caso la mente seguirá funcionando y buscando soluciones aunque no todas las mentes hacen eso porque muchas son interlocutores de sus dueños que tratan de arreglar una cita con ellas a través del manos libres :P
He de decir que con cada deseo satisfecho, no creo en la pérdida de pedacitos de ilusión, al menos no desde mi experiencia. Con cada deseo satisfecho, tengo aún más deseos y más ilusión de llevarlos a cabo y Siempre contigo...
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