Y ayer... ¿qué voy a hacerle si ayer era ayer?
Puedes permitirte ser un insecto durante un rato y escarbar en la basura, ¿quién te impide regocijarte con el pasado, con las esquinas más tristes, con el llanto de las estrellas? Hazlo, recuérdalo, revívelo. Que vuevan a pasearse mil arañas por tus muslos y que las luces se apaguen bajo los escombros. Vuelve a la sombra de cada árbol y olfatea el mar desde el sótano, donde nadie te vea, donde todo sea húmedo.
Y después, sólo después, piensa en la manera en que te devolvieron a la vida. De la mano, no siempre con dulzura, pero siempre con una sonrisa. No puedo decir que hayas dejado caer las riendas, no lo has hecho. Estás bajo cada estrella que gime de dolor, bajo cada sombra en el cementerio, bajo la pútrida arena del infierno. Tu marea de azul y estío penetra en cada grieta con parsimonia, no se detiene, aunque avanza despacio.
Devora las estrellas. Desgarra las sombras. Congela la arena.
Puedes permitirte ser un insecto durante un rato y escarbar en la basura, ¿quién te impide regocijarte con el pasado, con las esquinas más tristes, con el llanto de las estrellas? Hazlo, recuérdalo, revívelo. Que vuevan a pasearse mil arañas por tus muslos y que las luces se apaguen bajo los escombros. Vuelve a la sombra de cada árbol y olfatea el mar desde el sótano, donde nadie te vea, donde todo sea húmedo.
Y después, sólo después, piensa en la manera en que te devolvieron a la vida. De la mano, no siempre con dulzura, pero siempre con una sonrisa. No puedo decir que hayas dejado caer las riendas, no lo has hecho. Estás bajo cada estrella que gime de dolor, bajo cada sombra en el cementerio, bajo la pútrida arena del infierno. Tu marea de azul y estío penetra en cada grieta con parsimonia, no se detiene, aunque avanza despacio.
Devora las estrellas. Desgarra las sombras. Congela la arena.
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